El campo tirita. Abril ha dejado madrugadas heladoras y paralizantes de vida vegetal. El fruto que había conseguido subsistir a la persistente sequía se ha esfumado a las puertas de su floración. Ser un adelantado no es garantía de pervivencia, al menos en la meseta ... donde esta vuelta al crudo invierno ha puesto en jaque la producción de árboles frutales, pero sobre todo la de los almendros. Ha sido flor de una estación.
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Cuando la masa ártica se aleja, toca evaluar la huella que ha dejado su paso por el terreno. Las noches gélidas atacan sin conciencia, sin reparar en el esfuerzo que hay detrás del cuidado y de la siembra, pero sobre todo, sin piedad. Más vale tener un buen seguro que permita durante la recolección recuperar parte de lo invertido. No hay que correr riesgos.
Todavía es pronto para saber cuánto daño ha hecho el frío. El campo no estaba preparado para esto y menos con una renta agraria deficitaria, unos precios por el subsuelo y unos costes al alza si hay que poner en marcha la maquinaria. Con una economía vulnerable y con un tiempo loco no hay quién arriesgue ni una hectárea. El invierno arengó al cultivo y la primavera lo alteró. Así no habrá vocaciones en el campo, ni relevo generacional, tampoco cuerpo que aguante la tiritona. Así, ¿para qué queremos PAC?
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