Señora, no saque los guantes, ni la bufanda. Sí el paraguas. Definitivamente somos ya trópico, que ni siquiera sale el vaho de mañana, eso tan nuestro: esa mascarilla que borraba los contornos del perro se ha ido al vertedero de la Historia.

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Un poncho y ... a correr, que eso de los fríos pucelanos es ahora, en el enésimo sanchismo, un mito. Precisamente ahora que se ha puesto de moda la Tardebuena de tradición navideña, nos sale otra, que es la de que tengamos el tiempo de finales de abril viendo el Nacimiento.

Lloviendo entre flojo y fuerte, como toreaba Paula, eso sí, para que el crío no pueda sacar el patinete. Y que si lo saca, que se deje los piños entre las risas de Zorrilla, que todo lo ve aunque no lo parezca. Y grabarán el Puente Mayor los meteorólogos aburridos de la tele, y a un atrevido que se baña en La Concha o en Las Moreras, que probablemente sea yo. Y salga hablando murciano.

Hoy podríamos tirar de balance, de año que ha sido trágico en casi todo y hemos visto que han mancillado nuestra Arcadia. Puerto Hurraco ha venido para quedarse, pero no es eso, no es eso, que diría el otro. No es eso lo que hay que contar en un día como hoy. Hablemos del tiempo raro, que nos tiene tarambanas. El clima de La Habana el 31 aquí, y en Kiev sí tienen quien le nieve.

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Yo, como Neruda, sucede que me canso de ser hombre. Hoy, igual que el año pasado. Mecano acertó de casualidad. Aunque hoy hay que felicitarles por su fidelidad, incluso en estos días ecuatoriales y tan familiares. Ya por mayo de 2023, caimanes y peces del Amazonas por el Pisuerga.

Lo que nos reiremos todos. Lo estoy imaginando.

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