Palés minuciosamente alineados, algún farolillo y moqueta verde bajo los pies. Es la nueva imagen de algunas terrazas que han sabido ganar con salero mayor espacio en la fisonomía urbana. Los hosteleros se han adaptado a un contexto difícil en el que no hay que ... pasar por alto la condescendencia de la administración. No da para hacer el agosto, pero con la llegada del buen tiempo hemos visto cómo en la orogafría de la urbe florecían por arte de magia las nuevas terrazas de verano. El empresario se agarra a un clavo ardiendo y ve en este espacio abierto una nueva vía de ingresos.
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Esta nueva especie urbana se ha bautizado con el nombre de terraza covid y exige un doble esfuerzo. El porteador de bandejas ha de sortear con diligencia y desperpajo una vía hasta ese momento dominada por el paseante. Por su parte, el peatón deberá estar atento al caminar, no vaya a ser que una distracción eche por los aires la comanda. Aquí no hay que perder de vista que el peatón siempre tiene preferencia y el cliente la razón.
Es tiempo de comprensión, de altura de miras y de terracitas. De dejarse aparcar de vez en cuando en ellas, no solo para alivio propio, sino también para el ajeno. Hay que alimentar muchas bocas. De eso se trata, de repartir. A fin de cuentas, 'Lo bien repartido, bien sabe'. ¡Buen provecho!
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