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Una mujer pasea a sus perros. Antonio Quintero
Esos perros flojos
Vidas breves

Esos perros flojos

«A nadie le gusta que le digan cómo se cuida de su perro, pero somos demasiados y, como los autos locos, necesitamos algún carril común, porque cada uno opinamos una cosa»

Lunes, 9 de octubre 2023, 00:30

Este verano tuvimos que dejar unos días a la perra en una residencia. Entró cabizbaja, con el hocico atento y las orejas hacia atrás, preparada para sortear un campo de minas. «Le va a venir bien estar aquí, estos perros flojos se asustan por nada ... y, ahora que es joven, tiene que acostumbrarse» comentó el cuidador. Como en la guardería, el breve abandono se iba a convertir en un cursillo de supervivencia. Me agarré a su diagnóstico, más que nada porque lo necesitaba. Un perro no es un baúl que dejas en el guardamuebles, sino una criatura con ojos grandes que te despide por la noche y te da los buenos días por la mañana. Los expertos caninos rezuman de determinación y seguridad, son los machos alfa de la manada. A su lado, los dueños de perros –mascotas caseras, no guardianes de finca, ni de rehala– somos unos blandengues. Hay cierto cachondeo con los perreros: que si les damos latas de caviar, que si les ponemos botitas y un programa en la tele... «Esos de los perrihijos», dicen, gentes que no deben haber cuidado ni al uno, ni al otro, porque hay que ser muy tarado para no diferenciar a un perro de un hijo. Se ríen de que, hasta los dueños más rudos, acaben hablando a su perro con voz de teleñeco. A mí me da ternura.

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