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J. M. Rodríguez
El milagro de la violeta
Vidas breves

El milagro de la violeta

«Mi madre nos enseñó a respetar a la violeta. Se le grabó a fuego aquella primavera de niña de posguerra en la que descubrió la flor por primera vez»

Lunes, 18 de marzo 2024, 00:42

Cuando todavía no es primavera, semanas antes de que los relojes cambien de hora, aparecen las violetas en la parcela de al lado del portal. Brotan como mala hierba, al lado de setos bien perfilados y rosales podados, que aguardan prudentes hasta que la escarcha ... desaparezca de las madrugadas. Sin mano de jardinero ni cuidado alguno las violetas saludan a veces antes de que acabe febrero, otras veces entrada la segunda quincena de marzo. Es difícil saber si incumplen alguna regla, si deberían respetar el día 21 como referencia para asomar los pétalos. El único ingrediente que necesitan es la lluvia, así ponen en marcha el cronómetro de la primavera, aunque luego caiga una helada y se queden consumidas, como si hubiera caído agosto de repente.

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