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Nacho García
Con el miedo a la espalda
Vidas breves

Con el miedo a la espalda

«Las razones no siempre frenan a algunos que toman por la fuerza lo que no consiguen desde el respeto ni el afecto, como las páginas de sucesos se empeñan en recordarnos»

Lunes, 25 de septiembre 2023, 00:03

Cuando por la calle veo a adolescentes con demasiada piel al aire tengo el impulso de taparles con una rebeca. No por pudor, que la desnudez me escandaliza menos que el telediario, ni por estética, porque es imposible superar la aberración del calzoncillo asomando sobre ... el pantalón caído. Es más un impulso materno de protección. Muchas pasamos la adolescencia con camisas amplias en cuanto empezamos a usar sostén, y un jersey atado a la cintura para cubrir la retaguardia del vaquero. Era lo normal si no querías tener problemas. Porque las chicas «fáciles» tenían problemas. Aceptábamos como inevitable que los chicos mantuvieran línea directa con Atapuerca y que, una vez encendido el piloto, fueran incapaces de contener sus instintos. Así pues, un escote no era una elección, sino una provocación que te situaba en un lugar concreto, sometida a la voluntad de los hombres y al juicio de las mujeres. Las descocadas eran mujeres que no habían asimilado los patrones correctos, y el resto las mirábamos con desconfianza, cuando no desprecio (aunque puede también que con cierta admiración). En nuestra defensa diré que nos convencieron de que estaba en nuestra mano eludir todo mal, si protegíamos el pecho con la carpeta del colegio, como decía la canción. Pero ni siquiera cumpliendo todas las normas dejabas de sentir miedo cuando volvías a casa. Y eso no ha cambiado demasiado: toda mujer aprende desde pequeña a temer, y a buscar la calle más iluminada.

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