Dos es compañía, tres es multitud. Esta frase del acervo popular podría aplicarse a infinidad de situaciones en las que es más sano limitar las decisiones a un par de sujetos y no implicar a un tercero. Ya sea un negocio, una pareja de ... amigos o una convencional, el tercero suele romper el equilibrio dual.
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Algo parecido está sucediendo con la vacuna contra el coronavirus. La discusión ha llegado al seno del Consejo Interterritorial de Salud donde los técnicos del Ministerio y de las comunidades autónomas sopesan qué hacer ante un escenario en el que la inmunidad ha puesto freno a la velocidad en el contagio.
El debate debería estar zanjado si se tiene en cuenta la evidencia científica. Los expertos no ven necesaria una dosis de refuerzo generalizada, sí una adicional para el colectivo de pacientes inmunodeprimidos y mayores de 70 años.
Con la edad no solo se debilita la memoria, también lo hacen las células que se encargan de recordar al organismo que tenemos herramientas para luchar contra tal o cual virus. Esta realidad no es extensible al resto de la población, así que igual no sería del todo lógico inyectar un refuerzo innecesario. Hay millones de vacunas almacenadas que bien podrían constituir una primera oportunidad para los países en vías de desarrollo en vez de sobreproteger a los privilegiados del primer mundo.
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