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Terapia por correspondencia

Hay que recuperar la tradición de los amigos por correspondencia, reivindicar el amor en la distancia y no dejar que a las palabras se las lleve el viento

Laura Ríos

Valladolid

Sábado, 12 de diciembre 2020, 08:27

Queridos lectores: Espero que estén bien al recibo de la presente. ¿Hace cuánto tiempo que no encuentran una carta inesperada en el buzón? No me refiero a la que firma el seguro de hogar o la sucursal bancaria, hablo de la manuscrita, aquella que desentraña ... sentimientos, la que relata el último viaje o anticipa una próxima visita. Hemos perdido las viejas costumbres del intercambio epistolar, la ilusión de cerrar el sobre, pegar el sello y arrojarlo al buzón amarillo con la intriga de no recibir un doble click azul certificando la recepción.

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La época dorada del tráfico postal se remonta a la Transición española. Entonces un hogar podía recibir de media cada año unas 300 cartas. Esa cifra ha ido menguando como la calidad de los envíos. La comodidad y el avance de la comunicación en tiempo real ha arrinconado a lo artesano, a lo propio, a la expresión más íntima de lo elaborado por uno mismo.

La carta no debería perderse. Hay que recuperar la tradición de los amigos por correspondencia, reivindicar el amor en la distancia y no dejar que a las palabras se las lleve el viento porque lo que está escrito a mano permanece y revela una firmeza que no ofrecen otros medios más inmediatos.

En algún rincón olvidado hay bolsas llenas de cartas que dejaron de escribirse hace décadas, supongo que coincidiendo con la expansión de la telefonía móvil. Hoy más que nunca las necesitamos, porque necesitamos volver a conectar, a reflexionar y a sentir. Y eso solo se consigue con la escritura a mano.

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Hace poco recibí una carta poco convencional, entregada en mano y sin sello. Fue emocionante escrutar esas hojas con garabatos a veces ilegibles que descubrían al remitente. Es una buena costumbre y un ejercicio sanador. Así que, pónganse delante de un folio en blanco y descúbranse con la palabra. Alguien al otro lado del envío recuperará la ilusión perdida.

Posdata: Escríbanme pronto.

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