Tener señorito
LA CANALEJA ·
El último en incorporarse a ese mundo idílico de dormir a pierna suelta, de que si algo pasa lo resuelva el lucero del alba, es Antonio GaramendiSecciones
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El último en incorporarse a ese mundo idílico de dormir a pierna suelta, de que si algo pasa lo resuelva el lucero del alba, es Antonio GaramendiFidelidad y respeto al autónomo, a quien se la juega y sueña con cambiar de lado de la trinchera y dejar de ser trabajador por cuenta propia, que es una bella manera de enrocarse en un sueño, para convertirse en empleado por cuenta ajena. Honor ... y gloria para quien no tiene ni puñetera idea de lo que es desconectar, ni lo que es una paga extraordinaria y aún menos de lo que significa una baja por enfermedad o unas vacaciones remuneradas y tranquilas. Todas esas gozadas que disfruta quien está ungido con la santa bendición de depender de otro, del que tiene señorito al que servir y rendir cuentas, algo, creánme, más cómodo que la esclavitud de la fórmula de trabajo 24/7/365, es decir todo el día, toda la semana y el año entero, y un día más si es bisiesto
El último en incorporarse a ese mundo idílico de dormir a pierna suelta, de que si algo pasa lo resuelva el lucero del alba, es Antonio Garamendi, presidente de los empresarios. De autónomo a contratado, de 350.000 a 380.000 euros de salario bruto anual y de las facturas por la prestación de un servicio a una nómina, pero sin cambiar de señoritos, la junta directiva de la CEOE, lo cual es una ventaja habida cuenta de que no deberá aprender las manías, caprichos y rarezas de los jefes porque ya las conoce y, probablemente, participe de ellas.
Garamendi atraviesa así el pórtico de la gloria que conduce hacia el júbilo y lo hace cuando acaba de cumplir 65 años, lo que le sitúa en el lugar oportuno y en el momento preciso. Otros 110.000 autónomos, que dejaron de serlo el año pasado, seguro que están en el umbral y llaman a la puerta, con la esperanza de que abra un señorito que les acoja después de un duro peregrinaje por el camino de ser unos pequeños empresarios desalmados.
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