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En los regímenes complejos como el español, en que la pluralidad de niveles de organización redunda en una frecuente celebración de elecciones, los hitos electorales, que son en realidad las verdaderas encuestas de opinión, explicitan tendencias que requieren análisis y que lanzan proyecciones de ... futuro, a veces muy claras, a veces difíciles de interpretar.
Las expresividad de las elecciones gallegas es sucinta e intensa: Feijóo es un líder potente, capaz de arrastrar mayorías absolutas, que basa su operatividad en dos elementos: la buena gestión y la templanza en las propuestas. La larga experiencia de Gobiernos populares en la región ha afianzado una confianza en esa opción, a la que sin embargo solo remotamente se la relaciona con la estatal: es conocido que Feijóo no exhibe los símbolos populares en campaña. De cualquier modo, Feijóo es un referente de moderación y éxito para todo el PP, y los principales barones populares -Juanma Moreno y Fernández Mañueco- lo toman como ejemplo frente a Casado, quien por el contrario se ha dejado seducir por los modales de Aznar y ha aceptado la explosiva compañía política de Álvarez de Toledo.
Han sido sin embargo las elecciones vascas las que han derrochado más indicios útiles para futuras prospectivas. El estrepitoso fracaso de la coalición PP-Cs encabezada por Iturgaiz, un personaje residual de la etapa más dramática del terrorismo vasco que no ha sabido ponerse al día y que hoy sigue manteniendo las posiciones cerradas de Aznar y Mayor Oreja, marca pautas pero queda rezagado. Por una parte, Iturgaiz -un ciudadano que ha defendido con heroísmo los valores constitucionales y que se ha jugado materialmente la vida, y eso hay que dejarlo claro-, que ha sustituido por voluntad de Génova a Alfonso Alonso, tiene perfecto derecho a mantener intacta su indignación, pero el PP ha de participar en un mañana más abierto y relajado, en que los muertos no condicionen decisivamente a los vivos. Como es conocido, PP-Cs han obtenido cinco escaños cuando el PP obtuvo nueve en solitario en la legislatura anterior.
No puede decirse que esta simbólica alianza haya resultado muy fecunda, por lo que el partido centrista podría preferir pescar en otros caladeros en el futuro. Tampoco Vox, sin escaños en Galicia y con uno en Euskadi por Álava, puede decirse que continúa su inquietante progresión. Algún día, los ciudadanos de este país, gente adulta y sabia, verán que la virtud no está en los extremos. En definitiva, las elecciones no han fortalecido el tripartito de derechas, y es poco probable que la formación de Arrimadas continúe confraternizando con quienes, además de ser caballo perdedor, arrastran el estigma de pactar sin complejos con la extrema derecha europea.
El otro elemento que ha de ser introducido en el análisis poselectoral ha sido la débacle de Unidas Podemos, que ha desaparecido de Galicia y ha sufrido un gran bajón en Euskadi. En este asunto, la verdad ha estado en boca de Errejón, quien, reclamado por uno de sus partidarios para que vuelva a Podemos, ha respondido que Podemos ya no existe; que ahora hay una cosa llamada Unidas Podemos que está empezando a obtener los resultados de Izquierda Unida.
Como se recordará, Podemos e Izquierda Unida concurrieron separados en las elecciones de 2015, y obtuvieron juntos el mejor resultado de su historia. Después, Iglesias cometió el error de forzar la unidad de las dos organizaciones, a pesar de que, aun ocupando espacios semejantes, no se parecían en nada ideológicamente. Ante las elecciones de 2016 (repetición de las anteriores) algunos avisamos de que Unidas Podemos perdería apoyos, y así fue: la unión de los dos partidos perdió un millón de votos, y desde entonces no ha dejado de descender. Podemos era una fuerza populista transversal, e IU es, sigue siendo, un anacronismo. Todo indica que UP terminará siendo una formación menor, del tamaño de la que consiguió levantar Anguita en sus mejores tiempos (21 diputados). De cualquier modo, la coalición PSOE-UP es una novedad que, de momento, funciona mejor de lo pudo parecer al constituirse. Habrá que esperar y ver para hacer nuevos pronósticos sobre la estabilidad del futuro.
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