Algunos lo han olvidado. Otros no. Pero pocos ignoran que los servicios de información españoles y otros del mundo entero disponen del programa espía Pegasus. Aquí fue aplicado a varios dirigentes independentistas catalanes desde 2015, asunto por el que se han revuelto indignados; o a ... la enigmática vigilancia al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y a la ministra de Defensa, Margarita Robles, aunque poco se ha sabido hasta ahora de estos dos hallazgos.

Publicidad

Pegasus también ha abierto de par en par ventanas sobre asuntos de dinero, como los audios filtrados del presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, con el futbolista y empresario Gerard Piqué en relación a las comisiones para que la Supercopa de España se jugase en Arabia Saudí. Tenemos a la telefonía móvil como testigo de las charlas muy poco edificantes entre el comisario José Manuel Jiménez Villarejo y la ex secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, sobre la intentona de conseguir documentos comprometidos para el PP que estarían escondidos en el domicilio del extesorero Luis Bárcenas. ¿Cómo se han utilizado todas esas informaciones? ¿Qué se hará con ellas en el futuro? Tarde o temprano se acabarán filtrando y si no, al tiempo.

¿Qué dirían ante este panorama, Alexander Graham Bell, a quien durante muchos años se consideró padre del ingenio, aunque en 2002 el Congreso de Estados Unidos proclamó que el inventor fue en realidad Antonio Mucci en 1854 pero que no pudo patentarlo por problemas económicos? Si cualquiera de estos dos pioneros de las comunicaciones, sabios los dos, se asomaran al panorama actual, ¿qué dirían de la utilización de la telefonía para averiguar intimidades, tejes y manejes económicos y políticos? Se quedarían de una pieza. Eso seguro.

Les impactaría que el aparato que hicieron posible para que las personas hablasen, se utilice además como método para averiguar qué está tramando el rival económico, el enemigo político o cualquier persona que utilice un móvil. Unos y otros se espían y utilizan el fruto del espionaje para conseguir dinero o alcanzar el poder o el amor. Aunque desde el franquismo se sabía que escuchar a los ciudadanos estaba a la orden del día, ya que de hecho lo hacían, desde que el espionaje se convirtió en un gran negocio, a partir del momento en que fue una presa fácil para arrasar cualquier territorio a base de comercializar con programas y dispositivos, nuestra intimidad se ha convertido en algo tremendamente vulnerable. Nos puede desnudar a todos. ¿Caminamos hacia delante o vamos hacia atrás?

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad