Secciones
Servicios
Destacamos
La intentona golpista del 23 de febrero de 1981, recordada especialmente esta semana al cumplirse un aniversario redondo de la misma, ha dado lugar en estos cuarenta años a miles de páginas de todos los géneros. Entre los innumerables enfoques sobre un acontecimiento que hizo ... tambalear la entonces joven democracia española, resulta interesante el que en 2013 firmó Julio Fernández-Sanguino en Good Rebels, antigua Territorio creativo, la agencia digital más reconocida por el mercado, en el que analizaba cómo hubiera sido el 23-F con redes sociales, aunque su reflexión abarca más aspectos, hasta llegar a comparar la estructura de los medios de comunicación de 1981 con los de tres décadas después –el control de la televisión, con la 'toma' de RTVE, única cadena existente en 1981, habría sido imposible con el panorama actual de plataformas–. El artículo pone de manifiesto que si bien las redes sociales habrán tenido poca utilidad en los preparativos del golpe, «difícilmente [los conspiradores] iban a tuitear sus intenciones o a hacer check-in en una reunión conspiratoria», ciertas herramientas [Whatsapp, Telegram] «habrían aportado un marco de debate que difícilmente podrían haber alcanzado en contactos presenciales clandestinos y no se hubieran presentado los problemas de coordinación y ausencia de mando durante la ejecución del golpe».
En el instante más recordado del intento de golpe, Tejero entrando en el Congreso y gritando «¡Quieto todo el mundo!» –escuchado por millones de personas que seguían la sesión en directo por la radio hasta que los golpistas cortaron la señal–, el teniente coronel habría añadido a su impagable «¡Se sienten, coño!» un, por ejemplo, «¡Me van dejando en lugar visible sus móviles y tabletas!», por lo que no es descabellado aventurar que ese momento álgido del episodio histórico no habría tenido grandes diferencias en la actualidad.
En cuanto a la reacción, es quizá donde las redes sociales actuales habrían ganado todo el protagonismo como herramientas para conocer la respuesta de la opinión pública, –en este caso, nunca mejor, publicada de forma instantánea–, en aplicaciones como Twitter. En todo caso, sin redes sociales, el protagonismo en los momentos posteriores de la intentona fue el de los medios de comunicación de entonces, que siguen siendo los de ahora. Ahí está el esfuerzo informativo de la Cadena Ser en lo que se conoció como 'la noche de los transistores', o las distintas ediciones hasta la madrugada de 'El País', con un editorial en que apostaba sin fisuras por el estado de derecho elegido por los españoles. El artículo de Good Rebels no incluye, quizá porque en 2013 no fuera una amenaza tan latente como hoy en día, el efecto de las 'fake news' en las horas de incertidumbre sobre el resultado final del intento de asonada y que habrían influido decisivamente en la percepción y en el ánimo de millones de españoles que pasaron aquella noche en vilo y que solo habrían encontrado una fuente fiable y rigurosa de noticias en los medios de comunicación de entonces. Que siguen siendo los de ahora.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.