El teatro más bello del mundo
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«Vista la fuerza que tenemos en Bruselas, más nos vale abrir otra mesa de diálogo con los agricultores»Decía Jean Cocteau que la Grand Place de Bruselas es «el teatro más bello del mundo». Ahí, en la cervecería Le Roy d'Espagne, los amigos bruselenses recuerdan cada día, mientras beben, las relaciones seculares entre Bélgica y España. Y lo hacen mientras admiran ... sus artísticas marionetas de los tercios de Flandes. Colgadas del cuello. Imagino que es así como volvió ayer de la capital de Europa nuestro presidente. Altamente decepcionado, dijo. O sea, con el rabo entre las piernas.
No es para menos. Las cuentas del divorcio con el Reino Unido no salen. Ni a ellos ni a nosotros. Y la primera consecuencia es ese agujero del presupuesto de los 27 para el próximo septenio. 75.000 millones de euros. Que pueden parecer poco o pueden parecer mucho, porque esto de los números es siempre relativo. A algunos, por ejemplo, les parece mucho que el FC Barcelona se haya gastado un millón de euros en redes sociales para blindar la presidencia de su presidente. Y a otros, acaso, les parece poco que el BBVA llegara a pagar 31 millones a Villarejo. ¡Con lo importante que es estar al tanto de lo que dice la gente cuando cree que no hay terceros!
Pero si apuntamos que la consecuencia inmediata del agujero post brexit podría ser la rebaja de un 14% de la PAC para España, quizás podría haber más consenso. Más consenso y más ruido de tractores, por cierto. Porque es lo que le faltaba al campo para dejar de estrellarse. Y a la España vacía para terminar de vaciarse. Vamos, para vaporizarse.
El presidente va a tener que trabajar mucho para que esto no sea así. Y desde luego a priori no lo tiene fácil. Si Macron y Merkel pasaron de él cuando se les sugirió que no recibieran al vapuleado Guaidó, ¿por qué iban a hacerle caso ahora, tratándose de dinero? La primera, porque resulta estar al frente del grupo de los del puño cerrado. El segundo, porque hace ya demasiado tiempo que, por no poder, no puede ni con su propio país. Menos se puede esperar del nuevo presidente del Consejo, que además de belga es liberal. Y menos aún de la presidenta de la Comisión, que ya ha dicho que el dinero, de haberlo, ha de ir para el pacto verde, que no para los subsidios tradicionales.
Vista la fuerza que tenemos en Bruselas, más nos vale abrir otra mesa de diálogo con los agricultores. Tal vez con la vicepresidenta Ribera como relatora. O tratar, en todo caso, de volver a Unamuno cuando decía en su 'España moderna': «La verdadera y honda europeización de España (…) no empezará hasta que no tratemos de imponernos en el orden espiritual a Europa, de hacerles tragar lo nuestro, lo genuinamente nuestro, a cambio de lo suyo». Ardua labor para estas «bestias con forma humana» que dice el pensador Torra, siempre antes de Machado que de Unamuno, que somos los españoles. Si nos comparamos con los catalanes. O con los belgas. Empresa quijotesca, con París de lado y Berlín de frente en Bruselas, en el teatro de todos los teatros. Habrá quien diga que al menos todavía nos queda Roma, como en los tiempos de Augusto, el de Tarraco. Pero a mí me da la impresión de que verdes las han segado. Tendríamos que apretar algo más que los dientes.
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