Era previsible que con la pandemia surgieran ideas prácticas para todo: desde cómo subir en el ascensor pulsando el botón con el codo, levantar la tapa del retrete con la punta del zapato o sujetar la mascarilla a una tira de plexiglás abotonada en la ... nuca para evitar el efecto 'orejas Dumbo'. Lo novedoso es que algunas genialidades hayan sido patentadas y sus promotores puedan cobrar derechos de autor durante el tiempo que la ley lo permita. He leído que bastantes artistas han registrado artilugios tan prácticos como camisetas con mascarilla o grifos de cerveza diseñados para que el camarero no tenga que tocarlos con la mano. En fin: en este reportaje encontrará usted, desocupado lector, ideas útiles llevadas a la práctica por esos compatriotas cuyo ingenio se agudiza cuando vienen mal dadas.

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Y no voy de sobrado por la vida cuando digo que a los de mi generación no les sorprende tanta listeza, sobre todo si durante años leyeron en el TBO los «inventos del profesor Franz de Copenhague», una invitación a soñar con lo imposible. A fantasear con melones cuadrados, sombreros con jaula para sacar de paseo al canario, hacer vino con zapatos viejos o aquella 'máquina llamadora' para no tener que usar el timbre de las puertas. Por eso ahora, con tanta tecnología, hay inventos para cualquier necesidad menos para evitar que se empañen las gafas; y no me den consejos que los he probado todos.

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