¡Taxi!
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«En tiempos de dura competencia, la calidad y la excelencia se convierten en un sello de identidad que garantiza la supervivencia»No es necesario viajar a la Gran Manzana para vestir de glamur y sofistificación el simple hecho de levantar un brazo, mientras caminas apresuradamente, para hacer parar en seco un taxi. Aquí en la almendra central vallisoletana también se estila esta seductora manera de encontrar ... un transporte a la demanda. De hecho, esta misma semana me he topado con una mujer muy cosmopolita dispuesta a emular a las estrellas del celuloide. Mano arriba y un imponente: «¡Taxi!», que se ha desvanecido irremediablemente al percatarse de que viajaba con ocupantes en su interior. En ocasiones la realidad suele ser menos exótica. Es cuestión de paciencia encontrar uno disponible con ganas de bajar la bandera.
Una vez en el taxi, las primeras impresiones vaticinan cómo será el trayecto: agradable o prescindible. Admito que como usuaria ocasional he tenido la gran suerte de disfrutar más de los primeros. El vehículo presenta un interior cuidado, un aroma discreto y un trato amigable. El taxista agradable suele preguntar al pasajero si prefiere una u otra emisora de radio. No plantea la clásica conversación de ascensor, sino que ofrece información útil del tráfico, el itinerario más favorable a los intereses del pasajero. Si la suerte no te acompaña, el trayecto te tocará con un taxista prescincible. Un ambientador potente que no mitiga el olor de una tapicería impregnada del último y del primer cigarrillo. Como hace frío, la ventanilla está subida y la única ventilación que se producirá será cuando el pasajero llegue a su destino.
Como todo en la vida, hay taxis para todos los gustos o para todos los disgustos, como también pasajeros; sin embargo,cuando ambos se encuentran el resultado suele ser de lo más entrañable. Es lo que ha ocurrido con la feliz iniciativa de medio centenar de taxistas de la ciudad que han bajado la bandera y parado el taxímetro para dar un paseo a nuestros mayores. Un paseo cálido y acogedor. La cabalgata, como así ha sido bautizada, ha permitido a 150 personas de la tercera edad de una docena de residencias disfrutar de un trayecto navideño de lo más solidario. No todo va a ser una carrera para ir al centro de salud, también el taxi está para llevarte al corazón de la Navidad.
No es la única iniciativa que ha surgido en el sector en los últimos tiempos. En Valladolid, Radio Taxi Metropolitano impulsó en octubre de este año una campaña para acompañar a las mujeres hasta la puerta de su casa, si estas lo precisan. «¿Quieres que espere hasta que entres en tu destino? ¡Dímelo!». El servicio no tiene cargo para la pasajera, pero sí un compromiso social.
Y es que en tiempos de dura competencia, la calidad y la excelencia se convierten en un sello de identidad que garantiza la supervivencia. Por eso, desde la almedra central a la Gran Manzana imponer un marchamo de solidaridad tiene hoy más valor que hacer carrera con tapicería de cuero.
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