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Ana Sánchez y Diego Moreno, durante el debate en las Cortes L. Pérez / Ical
La tarde de los micrófonos abiertos
Óxidos y Vallisoletanías

La tarde de los micrófonos abiertos

«Han sobrado dos meses para que todos los castellanos y leoneses nos hayamos enterado de que Carlos Martínez es solo un señuelo»

José F. Peláez

Valladolid

Jueves, 27 de marzo 2025, 20:48

Ahora sabemos que Ana Sánchez nunca pensó que el PSOE de Castilla y León pudiera acabar «en manos de Óscar Puente». No son palabras de un peligroso fascista, de un enemigo del progreso ni 'fake news' de un pseudomedio de ultraderecha, sino de una compañera socialista, con su certificado de pureza de sangre, su hoja de servicios visada y su superioridad moral. Nos hemos enterado porque le han pillado diciéndolo en la tarde de los micros abiertos, que es la antesala de la noche de los sueños rotos. Y entrecomillo sus palabras porque son literales. Aunque, en realidad, no hay nada de raro: Ana dice lo mismo que dice todo el mundo, voten o no al PSOE. La única diferencia es que la gente normal te lo dice en público y los cargos del PSOE te lo dicen en privado, con la mano delante de la boca, como cuando Modric habla con Fede Valverde. Lo único que llama la atención es que Ana realmente se sorprenda del devenir de los acontecimientos: cuando Tudanca se rindió al sanchismo, cuando traicionó su palabra y cuando decidió no dar ninguna batalla contra el aparato, en el fondo estaba poniendo personalmente el PSOE de Castilla y León en manos de Óscar Puente. Porque, evidentemente, han sobrado dos meses para que todos los castellanos y leoneses, desde Ponferrada hasta Ayllón nos hayamos enterado de que Carlos Martínez es solo un señuelo, un hombre de paja, un 'mandado' de Puente para poder controlar la federación sin pasar por unas urnas que jamás le habrían aupado a la secretaría general.

No dijo solo eso Ana Sánchez. La conversación que ha trascendido entre ella, José Luis Vázquez y Alicia Palomo -Diego Moreno se va- no deja títere con cabeza y muestra, de modo inequívoco, la realidad del partido en la comunidad. Y es que, en el fondo, tienen razón. Para defender a Abel Caballero y su pretensión de suprimir paradas del AVE en Castilla y León siendo el secretario general del PSOE de Castilla y León hay que ser o un genio o un torpe. Y Martínez no tiene pinta de genio, para qué vamos a engañarnos. Así que quedan pocas opciones. Se mire por donde se mire, no cabe en ninguna cabeza, es algo que trasciende las ideologías, que tensiona la estrategia y que rompe el sentido común más básico. Reconozco que Abel Caballero, ese Miguel Ángel Revilla vestido de rianxeira, no es santo de mi devoción. Representa todo lo que desprecio de un político: el populismo, el ventajismo y la horterada. Casi prefiero a Caín Caballero, vaya. Pero, aun así, podemos llegar entender que, a pesar de todo, él tire para su tierra. Lo que no entendemos es que Martínez le apoye.

«Es que esto no es una agencia de colocación», se oye decir a José Luis Vázquez. Bueno, no lo sé. El PSOE de Castilla y León ha renunciado hace mucho a gobernar algún día esta comunidad, algo que perpetúa al PP y que impide la necesaria alternancia. Así que me temo que sí que es una agencia de colocación. En este sentido, en Madrid se hace fuerte el rumor que sitúa a Ana Redondo como candidata a la Junta (y que también he oído en León). Fuentes del PSOE afirman que Sánchez sigue sin ver claro a Carlos Martínez como candidato -evidentemente- y que tampoco está contento con el desempeño de Ana Redondo en el Ministerio de Igualdad. Por lo que puede matar dos pájaros de un tiro. Por un lado, se quita de encima a Ana Redondo para buscar un nuevo aire a la política feminista del gobierno, que es estratégica y, por el otro, sitúa a alguien de la cuerda de Puente para liderar la oposición en Castilla y León los próximos años y evitar que lo controle gente no afín, es decir, lo mismo que ha hecho en Aragón, Andalucía o Madrid. Poca gente está dispuesta a asumir ese encargo. Ana Redondo es una de esas personas, recordemos que este año hace 59 por lo que la siguiente legislatura podría poner fin a su carrera política. Hacerlo en casa y en un puesto que ya conoce suena a retiro cómodo.

De ser así, esto implicaría que Ana Redondo no sería la candidata a alcaldesa de Valladolid, como me temía. Tampoco nadie da opciones a Pedro Herrero, cuyas últimas declaraciones para que el ayuntamiento comprara, llegado el caso, acciones del Real Valladolid, no merecen ni siquiera una reflexión seria. Parece que, tras las operaciones de Indra y Telefónica -y el intento con Prisa- alguno se ha venido demasiado arriba. ¿Y quién podría ser entonces el candidato? Pues las mismas fuentes, para mi sorpresa, advierten que no descarte a Puente en el caso de que el PSOE adelantara elecciones y perdiera el gobierno. O sea, que el PSOE de Castilla y León sí que tiene algo de agencia de colocación. Si Sánchez perdiera el gobierno -algo que no tengo tampoco claro- va a hacer falta acomodo para mucha gente. Pero hay pocos puestos. Desde luego, la opción de ser alcalde es de las mejores. Y ser líderesa de la oposición, tras haber sido vicealcaldesa y ministra, ni te cuento. Y si tiene algo de agencia de colocación, también de destitución: que se cese a esta gente por esta conversación, que puede suscribir casi todo el PSOE, es un escándalo que muestra la debilidad del partido.

La conversación sigue y los escuchamos quejarse de los ataques del PSOE a la caza, del socavón de San Rafael, de la estrategia de Martínez para que gobierne la lista más votada y de la extraña jugada de criticar un posible adelanto electoral para, cuando Mañueco lo descarta, pasar a exigírselo. En realidad, no hay por donde cogerlo. Y menos viendo lo que ha pasado en las primarias de León, con disolución de agrupaciones de modo arbitrario, presiones de todo tipo y prácticas muy preocupantes. El partido está roto y desprestigiado socialmente.

«El que está feliz es ese», dice Vázquez refiriéndose a Mañueco. «Pero cómo no va a ser feliz», parece responder Ana Sánchez. Pues eso mismo creo yo. Como dice Lichis, en versión libérrima, «si la suerte es caprichosa, el amor es ciego. Y con vosotros le ha tocado el cupón». En La Brújula de Onda Cero Mañueco descartó plegarse a Vox para aprobar presupuestos, pese a la autorización expresa de Génova para firmar, si fuera necesario, lo mismo que Mazón. Lo sé porque fui yo quien le hizo la pregunta personalmente. Con bastante mala leche, por cierto. Y fue claro: «Ese es un tema de la comunidad autónoma y Génova no tiene mucho que decir ahí». Por fin ha sido valiente. Por fin marca perfil propio y se desmarca de Vox de modo inequívoco. Me parece de justicia que los que llevamos años exigiéndoselo, sepamos reconocer también cuando hace lo correcto. Con esas decisiones y esta oposición enfrente, el escenario que se le dibuja es inmejorable. Solo falta que tenga el valor de sentarse personalmente con el alcalde de Villalar y ponerse a su disposición para costear el agujero que deja la Fundación Castilla y León. Quizá le acabe aplaudiendo hasta Ana Sánchez.

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