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Tambores de guerra en Castilla y León
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Tambores de guerra en Castilla y León

Se oyen tambores de guerra apaches. Con el descalabro que se espera en Vox y en el PSOE, la decisión de Mañueco ya es solo cuándo convocar elecciones

José F. Peláez

Valladolid

Viernes, 2 de febrero 2024, 00:13

La política castellana y leonesa es un juego en el que compiten once contra once y siempre gana Mañueco. Si el partido más votado es el PSOE, ya sale Rivera –el político más nefasto de lo que llevamos del siglo XXI– y le hace ganar a él. ¿Y si desaparece Ciudadanos? Muy bueno para Mañueco, que gana la mayor parte de sus votos. ¿Y si Vox está en buen momento? Gana Mañueco, al que le facilitan la presidencia de la Junta. ¿Y si Vox está en mal momento? Mejor aún para él, que ve cómo la concentración del voto le deja a las puertas de la mayoría absoluta. ¿Y si ahora el PSOE decidiera que el candidato fuera Tudanca? Miel sobre hojuelas. Es muy difícil encontrar un candidato mejor para los intereses del PP. ¿Y si lo cambian? Ni te cuento: uno nuevo, sin experiencia y poco conocido. Perfecto para una guerra interna y cruel, tan del gusto del PSOE. ¿Y Madrid qué pinta? Pues si sigue Sánchez, un sueño hecho realidad para Mañueco. No sé cual es el suelo de votos socialistas en Castilla y León, pero quizá van a conocerlo. ¿Y si no sigue Sánchez? Pues ni te cuento: una crisis cósmica en el PSOE que llevará a Feijóo al gobierno, lo que también es bueno para Mañueco.

Da igual lo que suceda: Mañueco siempre gana. Por eso la decisión de qué hacer no resulta demasiado problemática. El año que viene cumple 60 años –cómo pasa el tiempo– y ve fácilmente encarrilado un último mandato que lo lleve a la jubilación. La única decisión es cuándo hacerlo. Y con qué relato. El segundo punto es clave: conviene no mentir descaradamente como la vez anterior. Propuesta: «Agradecemos al vicepresidente y al resto de consejeros de Vox su trabajo y dedicación al servicio de esta comunidad, pero observamos con preocupación lo que pasa en Baleares, en Ponferrada y en otros territorios. Y el riesgo de transfuguismo en un partido en descomposición como el suyo es tan grande que pondría en riesgo la gobernabilidad, por lo que, pensando en los ciudadanos de Castilla y León, nos vemos obligados a convocar elecciones para garantizar un gobierno estable y centrado en los problemas reales bla, bla, bla». Si lo hace bien o, al menos, no tan desastrosamente mal como antaño, la única duda sería a cuántos escaños de la mayoría absoluta se queda. Solo puede mejorar.

Un punto negativo de Iratxe García es el de ser la política española que más dinero ha ganado tras 20 años de eurodiputada

Queda, por lo tanto, decidir el momento oportuno. Y me temo que no depende de él. Si, como parece, el PSOE hace el ridículo en Galicia quedándose en el entorno del 16% del voto, –menos apoyo del que tiene Vox en Castilla y León– y Sánchez se pega un batacazo en las Europeas de junio, quizá Feijóo quiera mover el peón de una mayoría absoluta en Castilla y León a finales de año para que se fije la sensación definitiva de fin de ciclo. Yo tengo dudas de que Mañueco quiera repetir unas elecciones en solitario, con todo el foco nacional puesto en él. Pero, desde luego, no es descartable y sus últimos discursos parecen mostrar que se siente cómodo en el papel que le corresponde 'in natura' a un presidente de la Junta de Castilla y León, es decir, el de la autoridad moral histórica y el del corazón de España en un momento en el que el se desprecia, ningunea y humilla a los ciudadanos de esta región. Para ese relato, el foco exclusivo le vendría bien. Si va a hablar de los regantes del Adaja, no.

Así que se oyen tambores de guerra apaches. Y más viendo el panorama que tienen enfrente. Parece evidente que Vox se quedará, en el mejor de los casos, en el entorno de seis procuradores. Pero es que lo del PSOE es terrible. Me acuerdo de aquella canción de La Cabra Mecánica: «Si la suerte es caprichosa, el amor es ciego. Y con Tudanca me ha tocado el cupón». Fuentes socialistas aseguran que el desastre que se esperan en Castilla y León –debido a la amnistía– es de tal calibre que nadie quiere ser candidato, nadie quiere una derrota humillante y nadie quiere estar cuatro años en la oposición. Por ello, si Tudanca quiere, repetirá. No por valía, sino porque es el único dispuesto a fracasar sin límites. Aunque esas mismas fuentes aseguran que si a Tudanca le ofrecen otra cosa, volará sin pensárselo dos veces. Pero, claro, ¿a quién mandan aquí?

Las posibilidades no son tantas. Virginia Barcones sigue teniendo buen cartel y su salida hacia Madrid no debe interpretarse como un castigo sino como una cesión al secretario general del PSOE de León, Javier Alfonso Cendón, que de algún modo convenció a Santos Cerdán de que el delegado del gobierno debía ser leonés, por el peso de la provincia a nivel autonómico –más de un tercio de los afiliados de la región están en León– y, además, de su cuerda, para tocar las narices al alcalde José Antonio Díaz, que está en guerra con su secretario provincial, con Ferraz y con Puente. Pero, no lo olviden, con todo el apoyo social de su parte.

Otra opción, según las fuentes, es Iratxe García, pero tiene tres puntos negativos: el primero es que es, según dicen, la política española que más dinero ha ganado tras 20 años como eurodiputada. Y eso en el PSOE escuece. La segunda es que, como presidenta del Grupo Socialista en Bruselas ha sido el azote de Puigdemont durante años, llegando a implorar al presidente de la Cámara que no le otorgara el acta de europarlamentario y convenciendo a sus compañeros para quitarle la inmunidad. Bien, pues esa misma Iratxe se arrastra, posa con el delincuente y trabaja activamente para darle la inmunidad y la amnistía. El ridículo es enorme hasta para los socialistas castellanos y leoneses. Y tercero: aunque nació en Baracaldo, es de Valladolid, algo imperdonable. Porque amnistiar a corruptos de extrema derecha tiene un pase. Pero ser de Pucela, no.

Más allá, la opción de Ana Redondo, que no quiere volver, pero que aceptaría si Cerdán se lo pide, según las fuentes. Tiene 57 años y encara también el final de su carrera política. Aunque el rumor de que Sánchez se va tras las europeas es enorme dentro del Grupo Socialista en el Congreso y eso lo cambiaría todo. Si Sánchez se va y no se logra una investidura de Montero o de Alegría, habría que ir a elecciones, con malas perspectivas. De perder, todos los sanchistas estarían marcados y descartados para cualquier tipo de renovación. La purga será histórica y recordemos que Ana es «supersanchista». Mismo caso que Puente, que quizá intentaría ser sucesor de Pedro y que, de no conseguirlo, podría intentar su venganza en la alcaldía de Valladolid, que para algo es secretario provincial. Parece que en ningún caso aceptaría perder como candidato a la Junta.

Así que buenas perspectivas para Mañueco y pésimas para el resto, fundamentalmente para los socialistas. Veremos el devenir de esos tambores apaches. Aunque, no se fíen. Como dijo John Wayne en Fort Apache: «Si pudo oírlos, no son apaches».

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