La Junta de Castilla y León estuvo a punto de obligarnos a usar máscara al aire libre incluso pudiendo mantener la distancia de seguridad. A pesar de que finalmente dejó la medida en suspenso, acabará imponiéndola en contra de la opinión de esos portavoces ... que aseguran que nuestra situación epidemiológica es «muy favorable» y los últimos brotes de Soria y Valladolid están «controlados». La otra buena noticia del día son las sanciones puestas por la Policía Municipal a los que se quitan la protección en cuanto piden una caña al aire libre.

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Aunque he defendido mi derecho a no usar careta en la calle, desde que el Gobierno decretó esa obligación me la calzo antes de coger el ascensor y no me la quito hasta llegar a casa, y como soy incapaz de medir la separación social la llevo puesta todo el rato. Es cierto que los antifaces agobian mogollón en estos días de julio, pero hay una táctica infalible para librarse de ellos: sentarse en una terraza a tomar algo fresquito. Por eso sugiero que si a los municipales les resulta difícil encontrar infractores, se den una vuelta por las muchas que hay en toda la ciudad.

Como tampoco es cuestión de sancionar a tontas y a locas propongo a dueños, camareros y guardias lo que hizo delante de mí una cajera del súper cuando vio entrar destapado a un cliente: «por favor, señor, póngase la mascarilla». Allí funcionó, pero en caso contrario, libreta...

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