Para servidor, no hay diagnóstico más devastador que el cáncer, y lo digo por experiencia. Aunque la mayor parte de los doctores suelen utilizar palabras muy científicas (granuloma, neoplasma, adenocarcinoma…) el paciente intuye que le ha tocado la china y busca en ellos alguna buena ... noticia en medio de la desolación. Pero incluso cuando los especialistas aseguran que el tumor que te ha tocado en suerte tiene buen diagnóstico o que ha sido cogido muy a tiempo, desde ese mismo instante se inicia un calvario que puede durar bastantes años, varias décadas o el resto de la vida.

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Sin embargo, con el tiempo, vas descubriendo que la ciencia tiene cada día más recursos para luchar contra esa maldición, y no es difícil encontrar a algún amiguete o conocido que lo ha sufrido y superado él mismo o alguien cercano. Otra cosa es olvidarlo, que no es fácil, y vuelvo a juzgar por mí mismo. Gracias a los modernos tratamientos, al control médico y a las ganas del afectado por salir adelante, un porcentaje altísimo de diagnosticados acaban superando una enfermedad que acobarda al valiente y arruina al pusilánime. A todos aquellos que lo padecen les recomiendo la página web de la AECC, promotora de una campaña reciente que invita a llamar a las cosas por su nombre y permite conocer la realidad de miles de afectados que lucharon «contra el silencio y el miedo que provoca una palabra hasta ahora tabú».

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