Una sociedad sin rumbo

La Policía Nacional está convencida de que Ryan sabía que estaba consumiendo cocaína rosa mezclada con la bebida energética. Una combinación mortal, porque al menos contendría dos gramos de la sustancia que, presuntamente, le provocó la muerte. Más del doble de lo que suele consumir una persona muy adicta a lo largo del día. La familia sigue hablando de homicidio y envenenamiento y defiende la primera versión que dieron los amigos: que no sabía lo que tomaba. Comprensible, aunque el raciocinio nos lleve a pensar que, por desgracia, «las compañías» también cuentan con padres que tenderán a buscar responsabilidades fuera, en caso de necesidad.

Es triste ver morir a un niño de una forma tan absurda. Tanto como ver publicadas las fotos de los intentos de reanimación que sus amigos han colgado en redes sociales en un mal entendido homenaje y que algunos medios han considerado que ilustran no sé qué. Vivimos en una sociedad sin rumbo incapaz de guiar a los más vulnerables. Falta disciplina, mucha, y no sólo entre los más jóvenes. Mal modelo tienen.