El rompecabezas se compone de varias fichas que forman una única figura. Para resolverlo hay que combinar las diferentes partes. La dificultad radica en el número de piezas. Es un juego que fortalece las conexiones de las células cerebrales, genera otras nuevas y mejora la ... memoria a corto plazo. No pudo imaginar jamás John Spilsbury, cuando creó el primer rompecabezas allá por el año 1760, que en el siglo XXI el Congreso de los Diputados español sería en sí mismo el más grande homenaje a su creación.

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Al final, sale adelante, por partes, el real decreto ley ómnibus que ha traído de cabeza a pensionistas, usuarios de transporte público, damnificados de la dana y del volcán de la Palma –no, no ha leído mal, del volcán de la Palma– y okupas. Y mire que hasta el lunes «no era no, nunca era nunca y falso era falso», pero será como demandaban Partido Popular, Vox y Junts per Catalunya, que es la hipotenusa de este triángulo.

Los expertos recomiendan resolver los rompecabezas separando las piezas por colores para luego componer esquinas y marcos y completar el centro al final. No hay más que mirar el hemiciclo de la Cámara baja. Aunque de vez en cuando se cuele una pieza donde no debe, todo acaba volviendo a su sitio. Como los de Puigdemont que, por obra y gracia de la buena negociación, el diálogo y el entendimiento, han regresado dóciles al redil de los progresistas.

Las piezas encajan otra vez y se desmiente una vez más la insidia del «Gobierno Frankenstein». Todo es posible cuando de verdad se le pone empeño e interés a la cosa. En el Día Internacional del Rompecabezas, las piezas vuelven a encajar para descanso de Pedro Sánchez y de Puigdemont. Ya sabe eso de que el que paga descansa y el que cobra… Pues eso.

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