Los piratas de las Cortes

Siempre ha habido mercenarios. Ya Cicerón hablaba de piratas en tiempos de la República romana. Se ha denominado así a cualquiera que ejerciera algún tipo de actividad mercantil ilícita. Los hay marítimos, aéreos, terrestres, informáticos e incluso radiofónicos. Aún rodeados de romanticismo, se ha sabido siempre que eran mercenarios que se vendían al mejor postor. Piratas, corsarios, filibusteros o bucaneros son algunos de los nombres por los que se les conoce y aún hoy siguen actuando. Los últimos, en las Cortes de Castilla y León.

No sé si ha leído la noticia de que la institución ha denunciado que la empresa adjudicataria de su cafetería debe varias nóminas a sus trabajadores. Así están las cosas. Si uno tiene la desgracia de cruzarse con uno de estos piratas que no pagan, tiene la obligación de seguir poniendo cafés no vaya a ser que encima sea denunciado por faltar a sus obligaciones. Tiene guasa. Tampoco se puede solicitar la baja, porque automáticamente pierde la prestación por desempleo. Tres meses sin cobrar. Ni uno ni dos, tres son los que se exigen para poder reclamar. Y mientras, el trabajador debe caminar por el tablón, como buen prisionero pirata, tratando de mantener el equilibrio sin caer. A veces una no sabe si se legisla para los buenos o para los malos. Igual, si aparece escrito en todas las lenguas oficiales, queda más claro.