Nadie es más que nadie

Cada 23 de abril, los castellanos festejamos la derrota de quienes lucharon en pos de la libertad y la democracia, mientras los leoneses, o al menos algunos de ellos, honran, sin pretenderlo, su espíritu rebelde. Y en la plaza en la que fueron decapitados aquellos, posados y ausencias de quienes politizan e instrumentalizan incluso algo que nació por y para el pueblo.

La Ley Perpetua de Ávila reclamaba la elección democrática de los representantes –algo en lo que las Cortes leonesas fueron pioneras–, la independencia de la Justicia, la reducción de la estructura del Estado y la eliminación de impuestos para reducir la presión fiscal. Los comuneros protagonizaron la primera revolución liberal de Europa y redactaron la primera constitución. Y sin embargo, austeros hasta para el enaltecimiento de las heroicidades de los nuestros. Menos aun de las nuestras.

Castilla y León celebra hoy su día y mientras algunos se entretienen en dividir y fraccionar, déjeme que las recuerde a ellas. A Isabel de Castilla, a doña Urraca o a María Pacheco, que cogieron las riendas de la Historia sin permitir que nadie les dijese que eran menos que nadie.