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Pasar es la palabra con más acepciones simples del castellano, exactamente 64. Esto es una sola palabra, pasar, tiene casi setenta significados distintos por sí misma, según la Real Academia Española. Una muestra evidente de la riqueza de nuestro idioma. Se puede pasar sin, por, ... a, pero nunca de determinadas cosas. Lo ocurrido en Mestalla el pasado domingo es una de esas.
El castellano es tan rico que podemos incluso pasar de una palabra a otra a partir de sus distintas acepciones. Primitivo, por ejemplo, tiene ocho. La primera, es evidente, nos lleva directamente al inicio, a lo primario, es decir a lo primero en orden o grado. Y no hay que hilar demasiado para llegar al primate, al menos en lo que a evolución se refiere. En este caso es curioso cómo el tercer significado de primitivo apela al desarrollo intelectual de determinadas personas o más bien a la ausencia del mismo. Y así llegamos al origen de todo esto, al mono, que puede ser un síndrome, una prenda de vestir de una sola pieza, una buena melena rubia, como lo lee, o incluso un joven de poco seso.
Schopenhauer escribió sobre el insulto y lo elevó a arte, seguramente porque desconocía que ya lo hicieron mucho antes dos españoles Góngora y Quevedo en el Siglo de Oro de nuestra literatura. Porque sí, incluso para insultar es importante conocer la lengua, sobre todo si ésta es tan rebosante como la española, amén de estar dotado de un cierto aire de inteligencia. Aunque sea un ligero soplo; ese que te permite 'quedarte hecho un mono', es decir, avergonzado cuando adquieres la conciencia de que eres un simple chiste sin un pase y falto de la sesera necesaria para ser calificado de racista. Ni para eso te da.
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