Hay palabras incómodas que algunos evitan pronunciar. Es como si el mero hecho de verbalizarlas provocara sarpullidos irritantes, una especie de urticaria reactiva a ciertos sonidos. Por eso, intentaré no escribirlas, no vaya a ser usted sensible a ciertas cuestiones y deje de leer sin ... valorar que, hoy siendo el día que es, aquí me tiene puntual.
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Tampoco es cuestión de amargarle la jornada (festiva, supongo), que una tiene muchos defectos, pero el de la intolerancia y la falta de respeto a los otros no son unos de ellos. Me parece. Y me va a costar, no crea, porque algunos de esos vocablos me parecen especialmente sonoros, potentes, estimulantes y gratificantes. Y no sólo por su sonoridad.
En este país (nuestro), somos muy de crucificar términos. No dejamos que simplemente sean sin que alguien los dote de alguna connotación negativa o política, que para el caso es lo mismo. Es como con las personas que nos han parido. Su día puede importunar, así que ya hay quien pide que se elimine. Pues se acabaron los regalos, progenitora gestante. Se atribuye al canciller alemán Otto Von Bismarck la famosa frase de nuestro empeño por autodestruirnos; al duque de Wellington lo de que aquí dos y dos no siempre suman cuatro; y al historiador francés Pierre Vilar, la afirmación de que hacían falta muchos medios para someternos. Y sin embargo…
Estos días de fin de año (según el calendario gregoriano, que igual debíamos revisar) son especialmente conflictivos. Hay que tener mucho cuidado. Desee felices fiestas, como en las de su pueblo, pero no ofenda. Hay que ser tolerante con los demás. Lo que usted o yo opinemos da igual. No es relevante. Y no, no lo diga, por favor. Calle. Tampoco espere que bajito y sin mover los labios le desee una Feliz Navidad. Ni siquiera hoy. No puedo molestar a nadie. Entiéndalo. Y si quiere festejar que ha nacido el Niño Dios, hágalo, pero en su casa. No comparta su mensaje de Paz y Amor, ni mencione que hoy es Navidad. No incomode, por favor. Yo no lo haré. Ni siquiera bajito y sin que nadie lo note. No espere un deseo de Feliz Navidad por mi parte, que no quiero incordiar.
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