La hora de la siesta

Luego están los que te tientan un día y otro para que cambies de empleo. Al menos son educados, eso hay que reconocérselo, y empiezan con un «hola». Rápido cambian al cuento de que han recibido mi currículum, jamás enviado, pero el comienzo es bueno. No importa el vuelco al corazón de quienes tienen alergia al trabajo o el breve hálito de esperanza del que envía desesperadamente el suyo para abandonar el desempleo.

Según un antivirus, el 28 por ciento de las llamadas telefónicas de números desconocidos que recibimos son ofertas comerciales no deseadas o intentos de fraude. Menos mal que el Ministerio para la Transformación Digital ha anunciado que antes del arranque de marzo acaban con ellas. De primeras, solo nos podrán engañar desde un fijo, que ya está bien de estigmatizar a los teléfonos móviles. Y, si aún así insisten, podremos denunciarles en la Oficina de Atención al Usuario de Telecomunicaciones que lleva veinte años funcionando, pero ahora lo va a hacer de verdad. Creo que los estafadores telefónicos están ya temblando casi tanto como Ayuso. Personalmente con tener tranquila la hora de la siesta los domingos, me conformo., que ya está bien.