No me dirá que no son graciosas las focas. Junto a los delfines, son los animales marinos más entrañables con sus ojitos implorando cariño y ese vaivén al andar como si estuvieran en Cibeles o entrando por sorpresa en cualquier evento. Y sus aplausos, ¿qué ... me dice de esos simpáticos aplausos? A ver, las morsas también lo hacen, pero provocan más risa los de las focas. Dónde va a parar.

Publicidad

Es una pena que ya no haya en las costas españolas. Las extinguimos en la década de los 50. La última pareja habitaba en las islas Baleares. Una murió entre las redes de unos pescadores; la otra, abatida por un guardia civil. Asustaba a los bañistas. Corría el año 1958 y desde entonces se dan por extinguidas en España. De nada les sirvieron sus aplausos.

Las focas aplauden como muestra de fuerza en época de reproducción, para atraer a las hembras y para comunicarse. Como nosotros, vaya. Si es que a fin de cuentas somos animales, racionales –unos más que otros, todo sea dicho–, pero animales. Había una tonadillera, condenada después por blanqueo de capitales, que cuando se sentía acosada decía: «dientes, dientes…». Unos son de dientes y otros, de aplausos, y un poco también de dientes. La cuestión es no mostrar miedo, porque todos tenemos un lado oscuro, incluso las focas.

¿Sabía usted que esos simpáticos y sociables animalitos practican el canibalismo? ¿No? Pues como lo lee. Tan tiernas y resulta que se abalanzan ante el más débil. Ahora resulta que muchas muertes atribuidas a tiburones o hélices eran otra cosa. Foca come foca. Ay, ¿quién lo diría? El mundo animal es sorprendente con sus aplausos, sus dientes y sus eliminaciones de rivales. Si es que el instinto de supervivencia al final es siempre el que se impone. Incluso en las focas.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad