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Mayra Gómez Kemp. Efe
Opinión

Ni a la una, ni a las dos, ni a las tres

Cola de león ·

Mayra Gómez Kemp se ha ido, como se van las grandes, sin hacer ruido. Icono de una sociedad, de una forma de hacer televisión, de una manera de ver la vida…

Miércoles, 16 de octubre 2024, 07:02

Los lunes, en el patio, del colegio no se hablaba de otra cosa, sobre todo si los concursantes del 'Un, dos, tres' habían ganado el apartamento en Torrevieja. Daba igual lo tarde que acabase o el sueño que se tuviese: el viernes por la noche ... no había mejor plan que amontonarse todos en el sofá y ver juntos a las Tacañonas, a doña Ruperta y a ella, a Mayra Gómez Kemp. El control parental no funcionaba cuando salía la Bombi y las risas estaban aseguradas, si los finalistas lograban llevarse a casa dos millones y medio de cerillas. No existía lo políticamente correcto. De hecho, con ojos de hoy, seguramente nada lo cumplía. Pero eran otros tiempos y era otra España.

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Mayra Gómez Kemp se ha ido, como se van las grandes, sin hacer ruido. Icono de una sociedad, de una forma de hacer televisión, de una manera de ver la vida… Una España que se abría a la democracia, que progresaba y soñaba con la segunda residencia en la playa. Aquel paraíso de pisos junto al mar, ahora se malvende entre ruinas, ratas, drogas y okupas, mientras el español medio actual sueña con tener la primera.

Las familias ya no comparten televisor, mucho menos sofá. El entretenimiento es un placer individual en el que no hay discusiones por qué ver o quién tiene el mando a distancia. Prima la triste soledad, incluso al morir. Mayra, que estuvo rodeada de tantos concursantes y que era adoraba incluso cuando daba calabazas, se ha ido sola como hoy se van tantos. Pérdidas que difuminan aún más el recuerdo de lo que fuimos y nos ponen frente a lo que somos. Entonces faltan las palabras, incluso aunque nos ofrecieran «25 pesetas» por decir alguna. Y no hay respuesta, ni a la una, ni a las dos y tampoco a las tres. Gracias, Mayra.

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