Los carga el diablo

Empecemos con León, por ejemplo. Candidata del PP a alcaldía convoca a los medios para dar su lista, que no la de su partido: que si ni se te ocurra, que si les tengo delante, que no lo hagas, que si me voy que me ha surgido un tema… Y todo ante la prensa que a las 8 de la tarde no tiene nada mejor que hacer. Al final, llamada al orden, viaje a Valladolid y pelillos a la mar. Tan fantástico y entretenido como innecesario.

En Madrid la cosa está de palomitas: intriga por todo lo alto con cuchillos afilados, amenazas y aireo de trapos sucios. Ni Hitchcock hubiera escrito un guion con tanta tensión. Hasta la protagonista se da un aire a esas actrices de los años 50, no lo niegue. La historia, aunque la intuíamos, acaba de explotar todo su potencial y promete darnos momentos de gloria. Y si luego hay que pedir perdón, pues se pide. Ahí está el presidente del Gobierno dando ejemplo. Las disculpas todo lo borran, incluso la necesidad de asumir responsabilidades políticas. Pero nunca pasa nada. Total, estamos en campaña, la época más feliz del año. Todo son promesas, palabras bonitas y alegría, más que en un parque acuático. Pero ande con ojo, por si acaso, no le pille despistado algún cruce de cuchillos, que parece que andan descontrolados y los carga el diablo.