Tras más de un año de padecimientos y estrecheses tentamos a la fortuna con la misma ilusión prepandémica. No hay más que ver las colas en las administraciones de Lotería o echar un vistazo a sus ventas que, a mes y medio de escuchar ... el canto de los niños de la suerte, se están animando a golpe de décimos y series. No es el premio más jugoso del año, pero sí el más alentador. Por 20 euros, si la diosa te sonríe, 400.000 euros al bolsillo.
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Hay agraciados improvisados, como es el caso del apostante de El Gato Negro. Un millón que se ha quedado en la capital a cambio de una modesta inversión de dos euros y medio. Otros dos sorteos en la provincia han permitido alegrar la antesala de la Navidad a otros dos atinados acertantes.
Así nos vamos acercando al día de la salud. Ése en el que la suerte solo salpica a unos pocos, pero econcilia al resto con una resignada aceptación de que al menos tenemos lo que no nos ha quitado la pandemia. Es la ventura del conformista que se alegra de que el Gordo haya ido a parar a quien más lo necesita, que haya estado muy repartido o que simplemente se consuela con volver a intentarlo en el sorteo de enero. Son los caprichos de esta vida que da vueltas como un bombo y nos para para volver a empezar.
Eso lo demuestran las ventas de lotería que van creciendo a un mes y medio.
Nos acercamos al día de la salud.
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