Ir al cine es un ritual, algo necesario, un acto fisiológico. Ir al cine es guerrilla urbana. Dos años de parón pandémico y parece que se nos ha olvidado. Hay que regresar a los sueños y extasiarnos con la Marceau. La Marceau es la luz ... en persona capaz ella sola de apuñalar al cine americano. Si ellos no vienen a ver 'Amarcord', 'Amarcord' irá a verlos a ellos. Proyectar a Lars Von Trier al revés, desmontarlo y volverlo a montar del final al principio. Degustar el sabor de las cerezas y comer a oscuras fresas salvajes en el patio de butacas. La idea es acribillarnos a todos. Si no vais al cine, el cine irá a vosotros. De todo ello nos habló Marco Ferreri envuelto en nitrato de plata y de ello va la última locura del cineasta vallisoletano Arturo Dueñas.

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En estos días de naufragio generalizado, la noticia de la apertura de un cine nos reconcilia con el mundo. El pasado jueves se alzó el telón de una romántica aventura. Jornada de puertas abiertas con la proyección de Dajla: cine y olvido, corto nominado en los Goya, y de la ya mítica 'Aficionados' que, como el buen vino, mejora con el tiempo. Los dos films firmados por el culpable de todo esto, un Arturo Dueñas siempre imbuido de espíritu corsario que asume ahora la gestión de los Cines Casablanca.

Nos promete cine indie europeo y matinales, magia y sueños en tecnicolor, oxígeno para superar los momentos difíciles y verdades a 24 fotogramas por segundo. Regresamos al lugar del crimen. Todo ello gracias a Arturo Dueñas. La vida avanza con sueños y, en esta difícil época de recortes, los sueños son lo único que no pueden recortarnos.

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