Pon un STEM en tu vida
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La primera vez que alguien me preguntó si me gustaba la comida japonesa, no dudé ni un instante en responder con contundencia que no la soportaba. Apenas había probado algunos aperitivos.
Hay siglas que se ponen de moda y que invaden todo lo que nos ... rodea. Las últimas con las que nos bombardean los eruditos gurús responden al nombre de STEM, construido a partir de cuatro disciplinas: Science, Technology, Engineering and Mathematics (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas).
Quienes saben de esto de predecir el futuro, nos insisten en que debemos enfocarnos a estas materias si queremos disponer de hueco en el mercado laboral. Insisten tanto que, al menos, ya han conseguido que estas siglas acompañen a cientos de proyectos, por aquello de que mola estar a la última. Ya hay 'masterclass' STEM, programas de talento STEM, podcast STEM y se rumorea que el peluquero de mi barrio está a punto de colgar un letrero con las siglas de moda para sugerir que sus cortes responden a una mezcla entre la aplicación de alta tecnología y los algoritmos matemáticos. Y de paso, claro está, subirnos el precio. Un adelantado a su tiempo.
Comentarios jocosos al margen sobre la rapidez con la que asumimos que algo nuevo representa siempre algo mejor, lo cierto es que este debate constituye uno de los grandes retos actuales. España, dicen, se quedará atrás en el mundo si no enfocamos la educación a los campos STEM. ¿Y qué pasa con las humanidades?, ¿quiénes defienden hoy su importancia?, ¿ya no se necesitarán filosofía, música, literatura o arte en un mundo supertecnológico? Deberíamos empezar por entender que, sin el auspicio de las humanidades, resultaría imposible, por ejemplo, resolver desafíos como el del cambio climático. Claro que la ciencia ofrecerá alternativas, pero de poco servirán si no entendemos cómo las diferentes culturas responden ante él, con sus costumbres y sus contextos históricos.
La idea de que las humanidades no son importantes proviene probablemente de la noción de lo que significa ser un miembro productivo de la sociedad. Sin embargo, hoy necesitamos pensadores críticos, que resuelvan problemas, se comuniquen y colaboren entre sí, y podemos hacerlo enseñando STEM, por supuesto, pero sobre todo a tener criterio y, sin duda, sin despreciar otras habilidades y disciplinas que nos ayudan a entender los porqués.
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