El soterramiento de las vías del tren a su paso por el núcleo urbano de Valladolid vuelve a ocupar la primera línea de la política municipal, gracias, entre otros, a la Plataforma Soterramiento Ferrocarril.
Cuando se inició el último mandato, en el Pleno de Investidura de Óscar Puente, manifestamos que nuestro proyecto seguía siendo el soterramiento, pero las elecciones las habían ganado el PSOE y VTLP y su propuesta era la integración en superficie por lo cual sólo nos quedaba, en ese momento, estar vigilantes de cómo avanzaba su propuesta (actas de la sesión páginas 20 y 21).
1. Integración en superficie. El tiempo nos ha demostrado que la integración en superficie presenta síntomas evidentes de ir al fracaso. Cuando queda un año para las próximas elecciones municipales sólo se ha realizado un túnel de pequeño tamaño como el de Andrómeda, que ha tardado más de un lustro y no ha contentado a casi nadie. Además, este tipo de integración del tren es la alternativa más perjudicial para la ciudad, de las tres planteadas, según el Gobierno de España (BOE 17 de agosto de 2006).
Entre los errores que hemos cometido todos, es bueno no olvidar que las principales dificultades han venido de la mano de las sucesivas crisis económicas que hemos atravesado desde la primera década de este siglo (crisis financiera, crisis del euro, contención del gasto público, crisis inmobiliaria, etc.). La pandemia y sus secuelas económicas y sociales nos han traído políticas de impulso del gasto público por parte de la Unión Europea para favorecer la inversión con sus nuevos fondos para la recuperación. Muchas ciudades españolas están aprovechando éstos para realizar el soterramiento. En Valladolid, el Equipo de Gobierno Municipal o no ha querido o, si lo ha intentado, no le ha escuchado el Gobierno de España y se ha metido en un bucle de falsedades del que no es capaz de salir.
Oscar Puente primero dijo que estos fondos europeos no financiaban infraestructuras, después que las inversiones con estos fondos deberían finalizar en 2022, más tarde que no contemplaban obras ferroviarias para
2. Viajeros. Las hemerotecas desde hace un año están repletas de estas afirmaciones y todas son falsas. En el proceso de soterramiento sobran mentiras y engaños y falta voluntad política.
Fue la Unión Europea la que, en su búsqueda para evitar los atascos aéreos por el aumento constante y sin fin del número de vuelos y la saturación de los aeropuertos y buscando una alternativa terrestre al coche, impulsó y generalizó el tren de alta velocidad. Ahora, el destino ha querido que de nuevo la Unión Europea nos brinde una magnífica oportunidad para proceder al soterramiento.
Los beneficios de la llegada del AVE son muchos; sociales, económicos, medioambientales, reduce los accidentes en carretera, aporta más fiabilidad y puede entrar hasta el centro de la ciudad.
Pero siendo esto interesante, sin duda no es lo realmente importante. Lo esencial es que el AVE ha traído a muchas ciudades el necesario soterramiento del ferrocarril a su paso por el casco urbano de las mismas, para solucionar los problemas de separación de barrios que históricamente habían llegado de su mano.
La apuesta de Oscar Puente y Manuel Saravia de mantener el ferrocarril en superficie supone perpetuar: el muro que corta Valladolid en dos, la barrera acústica, la barrera visual, la barrera psicológica y la barrera social que ha marcado durante décadas a muchos vallisoletanos. Los túneles sólo salvan y no siempre el paso de vehículos, suelen ser peligrosos, inseguros y un lugar refugio para los sin techo. La integración en superficie es dar Betadine a una herida gangrenada.
3. El soterramiento haría desaparecer todas las barreras, permitiría abordar un cambio urbanístico de primer orden que beneficiaría al conjunto de la ciudad, desaparecerían los barrios del otro lado de la vía, crecería el patrimonio de muchos vallisoletanos por la revalorización de las propiedades adyacentes a las vías, mejoraría la actividad económica adicional, vertebraría la ciudad, desaparecería la cicatriz que supone el ferrocarril, conseguiríamos una ciudad más sostenible y ecológica, se generaría más movimiento entre los barrios y sus comercios, ahorraría recorrido a los coches reduciendo horas de espera y contaminación, se ganaría terreno para el desarrollo de la ciudad, cambiaría radicalmente el semblante de Valladolid y mejoraría el bienestar de los vecinos especialmente los que viven en las zonas colindantes a la vía.
Creemos que nunca es tarde si vamos todos juntos. Es el momento, hay financiación y la sociedad lo demanda. Sabemos que no es una empresa fácil, pero en política hay que arriesgar. Se debe ajustar el proyecto para hacerlo viable técnica y económicamente. Sólo falta voluntad política.
4. Nuestro tiempo es hoy. Si se entierra definitivamente el soterramiento, se enterrará el sueño compartido por muchos de un mejor Valladolid para todos en los próximos 100 años. Los sueños de una generación suelen ser la realidad de las siguientes. En el punto en que nos encontramos todavía es posible alcanzar ese pacto social y político, estamos en el momento adecuado. Ir detrás de la sociedad, de la historia y del aire de los tiempos en política siempre te conduce al fracaso, y la historia no suele perdonar estos errores.
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