Secciones
Servicios
Destacamos
Cada día León se levanta con un murmullo, entre el silencio, y abre los ojos con esperanza. Ocurre lo mismo, con certeza, en cada una de las provincias de la comunidad. La esperanza brota cuando las situaciones se hacen comprometidas. Es ley de vida.
En ... el último tramo del día la ciudad florece y no es por la primavera. En la zona oeste suena un violín con virtuosismo. Un joven estudiante extrae de entre sus cuerdas grandes temas clásicos y, como no, algunos muy reconocibles para los más jóvenes. Sus piezas tienen un aire de esperanza y aliento.
Al otro lado de la ciudad un vecino insufla aire a una gaita gallega, la misma con la que con seguridad animaba los encuentros familiares y las grandes fiestas anuales. Sus vecinos salen a los balcones como para confirmar que hay vida más allá de la puerta de la vivienda.
En el centro, en el corazón de un León que por momentos parece dormido, hay un trompetista que revive los temas de la Semana Santa y a su lado un gran altavoz lanza al aire las notas de hoy todo un clásico: 'Resistiré'. Sin pretenderlo los balcones se iluminan con las linternas de los teléfonos móviles. Seguimos aquí, no nos rendimos, vienen a decir.
Más al sur, casi a la misma hora, un dj no profesional actúa desde su ventana para recordar que todo se supera cuanto más fuerte es el ánimo con el que se afronta.
La foto, en su conjunto, refleja un estado de ánimo y, en paralelo, una voluntad y un deseo de superación. Ocho días después del 'estado de alarma' la sociedad aún está en plena conmoción. Nunca antes, ni siquiera en tiempos de guerra, todo un sistema social se quedó paralizado en apenas un solo segundo. El mundo giró ciento ochenta grados en un chasquido y ese proceso, tan brutal, es casi imposible de asimilar.
Metidos en un túnel, abocados a la oscuridad, solo queda el rearme. No hay otra opción si lo que realmente se pretende es regresar más pronto que tarde a la normalidad, a aquella normalidad que ahora parece tan lejana.
Y saldremos de esta, claro que sí, en ese aspecto no hay que temer ni tener la menor duda. La sociedad, en general, y la economía, en particular, se reiniciará antes o después. Lo hará, también es cierto, traumatizada, herida y castigada.
Hoy toca colaborar en la parte social, y por ahí la mejor colaboración se reduce a quedarse en casa. Tan simple, tan sencillo, tan doloroso. En unas semanas llegará el rearme económico, vital como el primero aunque no lo parezca. Que la rueda comience a girar, que se reactive, no será una cuestión natural, ni automática. Queda un mundo por reconstruir, será necesario rearmar todos los sectores, establecer de nuevo las conexiones perdidas, regenerar la confianza y estimular a los principales actores para que de nuevo se recupere la sensación de seguridad.
En ese punto, tan determinante para romper cualquier paralelismo con la crisis del 2008, jugarán un papel clave las administraciones y las entidades financieras, con seguridad, pero no menos cada uno de los miembros de una sociedad que tendrá que darse la mano para hacer una cadena que nos ayude a todos a salir del abismo al que nos ha enviado 'Covi'.
La misma unión que provocan los sonidos al aire de una ciudad silenciada será necesaria para recuperar la sonrisa y la economía. Nos vemos a la vuelta de la esquina con la certeza de que antes o después regresarán los días en los que no se podía escuchar el sonido de un violín simplemente porque la ciudad tenía su propia melodía.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.