La sombra del soterramiento
La Platería en llamas ·
Le molesta a Manuel Saravia que el Grupo Popular falte al respeto debido planteando de nuevo en los plenos municipales un asunto debatido y acordadoSecciones
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La Platería en llamas ·
Le molesta a Manuel Saravia que el Grupo Popular falte al respeto debido planteando de nuevo en los plenos municipales un asunto debatido y acordadoCuando los dos mil quinientos postulantes que hoy inician su prueba de acceso a la universidad –solo en Valladolid– estén mañana capoteando las preguntas de sus asignaturas específicas, la sombra más poderosa que habríamos de esperar sin necesidad de escuchar a lo lejos la fanfarria ... terrorífica del Apocalipsis se extenderá suavemente, como una veladura, sobre ellos y nosotros. La luna, nos advierten, tiene anotado para mañana un eclipse solar en su agenda.
Por estos lares su efecto será mínimo. Apenas habrá de asombrarnos con el amplio radio de su proyección. Lo justo para que los pájaros se sientan silenciados por una breve inquietud, como ocurrió durante los dos eclipses singulares que nos sobrevolaron hace quince y casi veintidós años, éste último total y solemne, milenarista y agorero, como si hubiese llegado hasta nosotros atrapado bajo la lengua suelta de Fernando Arrabal.
Por suerte ya hemos superado el pánico catastrofista que pudo producir antaño un fenómeno similar. Aunque el mérito de nuestra capacidad predictiva gracias a la deducción de patrones deba atribuirse a la creación y complejo desarrollo del recuerdo, que es nuestro modo de asimilar aquellos presentes merecedores de ser revisados; la herramienta artificial asentada en nuestra arquitectura biológica capaz de custodiar inasibles vivencias para ser recuperadas. Llamamos inolvidables, o memorables a esos instantes vitales que merecerían una visita recurrente, un registro cuidadoso, y la memoria es el fruto de nuestra rebeldía evolutiva para evitar su pérdida; una estrategia que hemos perfeccionado como criaturas sensibles y complejas mucho antes de que bajásemos del árbol –mucho antes, incluso, de que subiésemos a él–.
Sin embargo, y a pesar de su manifiesta y natural utilidad, parece que a Manuel Saravia no le gusta que transitemos por lugares recorridos y que el pasado recupere su presencia. Por eso ha afeado el gesto al Grupo Popular en el Ayuntamiento ante su empeño por recuperar la necesidad de plantear un soterramiento de las vías que solucione definitivamente la brecha de integración entre los barrios de la ciudad; algo que la compleja costura con túneles planteada actualmente tan solo tiene capacidad de paliar y quizás perpetúe tras su ejecución.
Le molesta al concejal de Planeamiento Urbanístico que caminemos en círculo y que el Grupo Popular falte al respeto debido planteando de nuevo en los plenos municipales un asunto debatido y acordado. Y acaso tenga razón el teniente de alcalde y sea imposible avanzar arrumbando en círculo, como esta nuestra luna cotidiana y a su vez asombrosa; que un asunto pesado, profundo y enjundioso como el soterramiento acaso nos atrape para siempre en su órbita y no acabemos sino dándole vueltas incontables. Aunque yo estoy de acuerdo con esta oposición municipal tan valiente. Porque hay que serlo para volver al soterramiento, como pretenden, desde sus filas. Eso sí: volver, no solo para recordar su necesidad y su pertinencia; también para que jamás olvidemos el esfuerzo y la ilusión invertida por la ciudad en su materialización.
Hay que recordar la implicación que lo mantuvo sobre la mesa durante un cuarto de siglo, sí, pero también el modo en que abrillantó oportunistas programas electorales que sacaron provecho de su rédito político. Conviene recordar la inmensa colección de promesas y fabulaciones a su costa proferidas desde la dignidad de las tribunas y, por supuesto, no ha de olvidarse la autoría de la gestión responsable de su fracaso hasta malograrlo en una quimera. Cosas así han de recordarse siempre para que la próxima vez que se nos presenten, como los eclipses y sus inmensas sombras, no nos confundan.
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