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Cuando te acercas a una librería -reconozco que cada vez más acuden menos a dichos establecimientos debido a las nuevas maneras de comprar 'on-line', sin ningún título en la cabeza, vas únicamente de biblioexplorador en una selva de libros-, muchos son novedades y en ... una estantería un título manifiesta tu interés, 'Manual para incendiar el paraíso' (Espasa, 2020). Sonoro, poético encabezamiento; te paras a hojearlo e indagar más sobre su contenido.
El apellido de la escritora, María Murnau, te trae a la memoria un director de cine, Friedrich Wilhelm Murnau y una película, 'Nosferatus', que tuve la suerte, hace unos años, gracias a la 61 Semana Internacional de Cine de Valladolid, de poder verla y escuchar en directo la banda sonora interpretada por la Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Rápidamente, dejo las ensoñaciones y me centro en las páginas del libro, su autora y concretamente en el subtítulo: 'La revolución secreta de las mujeres'.
No sé si el paraíso está en llamas y la secreta revolución en marcha, lo realmente claro es el desenfado y rabia con la que Murnau escribe el libro, que recomiendo a jóvenes y adolescentes. Quien escribe estas líneas, después de leer el manual, unas veces lo entiendo como biografía -¿real?- y otras como panfleto. Puede ser que la diferencia generacional tenga algo que ver en su comprensión.
Al mismo tiempo, pongo de relieve, afirmo que he adquirido en estas páginas ciertas nociones. Igualmente he notado ciertos arcaísmos y comportamientos retros en los contenidos. Es verdad que muchas de las cuestiones que plantea ya las denunciábamos en mi juventud. De todas las maneras, adelante con la revolución. «No nos conformemos con tener un discurso transgresor e impecable y apostemos por las acciones». Sin duda un reto, un aliciente.
El segundo ejemplar que he tenido que destilar es 'Maldita feminista. Hacia un nuevo paradigma sobre la igualdad de los sexos', de Loola Pérez (Seix Barral, 2020). El prólogo es alentador, encuentro en él los ingredientes que me animan sin ambigüedad a continuar sus capítulos, en los que hallo unos epígrafes que me sirven de entremés, me alienta el apetito intelectual de seguir leyendo.
Uno se enfrenta a un texto denso y, aunque parezca contradictorio, con una clara reflexión lectora. Con este envite quiero manifestar mi interés en terminar sus páginas, retrasado de esta manera la finalización del artículo en cuestión. El hecho de concluir el ensayo ha promovido un repaso a los apuntes y subrayados que realicé con la intención de aclarar la espesura para mi entendimiento, las dudas de mi comprensión, no así las del interés. En sus trescientas páginas se incluye una ordenada y prolija bibliografía. Un sabroso cóctel en el que saboreamos todos los componentes feministas en una deliciosa mezcla.
Libro, insisto, para acercarse a él sin prisas y con una conciencia abierta para recibir opiniones y disentir de ellas. Donde la verdad, como dice Guillermoprieto, tiene muchos puntos de vista. La autora sabe dónde se mete y desde su posición de filósofa y versada en sexología, no escatima critica al feminismo ni autocritica. Es favorable a la pluralidad, pero sin equivocar diversidad con todo vale. Alejada de las frases grandilocuentes del grafiti: Yo he sido la primera, huye del activismo de escaparate, del auditorio de fin de semana. Como Loola apostilla: «He cuestionado la visión hegemónica del feminismo (…) las narraciones del victimismo, la histeria y la pataleta». Edición bien documentada alejada del tratamiento subjetivo de los propios sentimientos, los unívocos placeres dogmáticos.
Sin duda, no lo dudes, pásate por la librería, aunque no seas cliente habitual, y comenta alguno de estos títulos, y una vez con ellos en las manos, charla con el personal de la tienda de libros y notarás que la literatura en sus múltiples facetas –novela, ensayo, poesía, teatro, etcétera- es amigable y tiene empatía. A la portada del libro alguien le puede sacar punta, particularmente para ello tengo lapiceros. Contestando a la pregunta que encabeza estas líneas: No.
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