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Reunión en el Congreso de los Diputados entre los equipos negociadores del PSOE y ERC. EP
ERC, el socio imprevisible

ERC, el socio imprevisible

Editorial ·

El problema inmediato es que el independentismo no está en condiciones de secundar la gobernabilidad del país

El Norte

Valladolid

Viernes, 29 de noviembre 2019, 07:07

La reunión que ayer mantuvieron sendas delegaciones del PSOE y de ERC dejó a la vista que Pedro Sánchez busca su investidura, sin comprometer necesariamente la gobernación posterior, y que la dirección de los republicanos desearía contar con un mínimo de estabilidad en las instituciones ... centrales del Estado, sin por ello renunciar a la carga de inestabilidad que comporta el independentismo. Es de suponer que el encuentro se celebró ayer porque ya Sánchez e Iglesias han alcanzado un principio de acuerdo. Acuerdo que solo podrá validarse si el candidato socialista cuenta con más votos a favor que en contra gracias a la abstención de una parte del secesionismo catalán. El hecho de que sean los socialistas quienes protagonicen en exclusiva la búsqueda de tal apoyo pasivo revela que Unidas Podemos supedita su posición con respecto a la crisis catalana a la política que trace el hoy presidente en funciones. Todo mientras ERC es objeto del marcaje permanente con el que el presidente Torra, los dirigentes de JxCat, la CUP, las llamadas entidades sociales del independentismo y los grupos anónimos que llevaron a cabo las acciones más alejadas de la legalidad tras la sentencia del Supremo tratan de cerrar el paso. En tales circunstancias, Pedro Sánchez afronta el riesgo de una investidura fallida; pero también el peligro de una elección en falso, en el caso de que –como ocurriera en su primer mandato– las abstenciones demandadas no se conviertan en votos positivos para la legislatura. Ayer, la vicepresidenta Carmen Calvo y el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, coincidieron en hacer público su común propósito de dotar al país de un nuevo Gobierno para antes de Navidades. La aparición de ERC en el centro de la escena política ha dejado en segundo plano las incógnitas sobre la acción de gobierno que impulsaría la coalición PSOE-UA. De manera que una eventual abstención de los republicanos sin contrapartidas tangibles para el independentismo podría ser recibida con alivio por amplios sectores de opinión, puesto que la volatilidad política está dando carta de naturaleza al cortoplacismo. A pesar de que el argumento compartido por Sánchez e Iglesias, en torno a la idea de que su aritmética parlamentaria es la única posible, genera no poco desacuerdo y aversión. Porque la vertiente más acuciante del problema no es que el Gobierno así diseñado dependa del apoyo independentista. El problema inmediato es que el independentismo no está en condiciones de secundar, ni siquiera circunstancialmente, la gobernabilidad del país.

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