Isabel Díaz Ayuso posa en el balcón de la sede del PP el pasado 4 de mayo. Jesús Hellín-EUROPA PRESS

Sobre los vaivenes políticos

«El remedio pasa por mejorar la formación: personas más formadas constituyen un electorado más consciente y de él emanarán políticos más valiosos»

Antonio Papell

Valladolid

Miércoles, 12 de mayo 2021, 07:13

La derecha europea -derecha política, derecha financiera, derecha social- había encontrado un refugio de supervivencia en Trump, quien apareció providencialmente cuando en Europa comenzaban a comprobarse los estragos de toda índole que había provocado la gran crisis 2008-2014, que no solo supuso un contratiempo ... para sus víctimas -los ciudadanos de los países más dañados-, sino que desacreditó los sistemas que, tras provocar inicuamente el desastre -hay que recordar que el detonante fue el hundimiento de las hipotecas basura, un instrumento financiero sencillamente delictivo- fueron incapaces de buscar una salida que recuperara no solo los promedios de renta sino también la equidad. Aquella crisis, basada en una monstruosa austeridad, dañó a las clases medias -que se proletarizaron- y a las bajas, y generó comprensibles movilizaciones que tenían un cierto carácter revolucionario, no en el sentido belicoso, traumático o guerracivilista sino en el de la reforma radical.

Publicidad

Trump relativizó la pandemia, tardó en adoptar medidas, él mismo se mostró negacionista desde el primer momento mientras su rival republicano ya exigía las grandes soluciones que preparaba para cuando le tocase gobernar si ganaba las elecciones. Si el republicano Reagan había pontificado diciendo que el Estado era el problema, no la solución, tesis muy grata a Trump, Biden fio al Estado la operación de salida del túnel pandémico. En el terreno sanitario invirtió en sanidad de cercanías y (Biden rescató además varias medidas de socialización de la sanidad adoptadas por Obama). Y en el terreno económico, en la línea keynesiana del 'New Deal' de Roosevelt, planteó un gran Fondo para expansionar el mercado y anunció un gran plan de infraestructuras por más de dos billones de dólares que sí será con cargo a impuestos: a las sociedades y a las mayores fortunas (es obvio que en las actuales circunstancias no es posible subir los impuestos a las clases medias, y mucho menos a las de más abajo).

En Madrid, el Partido Popular siguió la estela de Trump, que aquí se desarrolló sobre un panorama lamentable de insuficiencia de recursos para la Sanidad acumulada durante décadas (el PP gobierna desde hace 26 años y las residencias de ancianos medicalizadas eran una exigua minoría), y ante el evidente dilema que se planteaba, aunque no siempre se llegase a explicitar, y que ha sobrevolado toda la pandemia, entre el cuidado de la salud y la preservación de la economía, el PP en general e Isabel Ayuso en particular han optado por decir a los ciudadanos lo que querían oír: hay que cultivar la autosuficiencia, que salvar los negocios, que mantener viva la cultura. Entre unas cosas y otras, y como evidenciaron los candidatos en campaña, Madrid ha sido una de las comunidades con más muertos per capita del país.

Lo que más ha debido incomodar al PP ha sido la Unión Europea, que ha desechado las viejas y cruentas políticas de austeridad y ha organizado un gigantesco fondo de Reconstrucción -Next Generation- en gran medida a fondo perdido, y por supuesto sin subir impuestos hasta que se haya estabilizado la pospandemia. Los impuestos que se subirán aquí serán, como en Estados Unidos, el de Sociedades y el de grandes rentas, y en España se establecerá un mínimo armonizado para el impuesto de sucesiones y donaciones, que está en la cultura socialdemócrata europea. Todo esto, lógicamente, cuando se haya estabilizado la situación.

Publicidad

Daniel Innerarity escribía este domingo en un artículo que «los diagnósticos sobre los males de las democracias se dividen en dos grandes grupos: los que culpabilizan a los representantes y los que echan la culpa a los electores». Entre estos últimos están los «gilipollas que ganan menos de 900 euros y votan al PP» (Monedero), y entre los primeros, quienes piensan que la clase política no está a la altura y por lo tanto no es capaz de redimir a la gente que deposita en ella su confianza. La discusión entre ambas posiciones nos llevaría muy, demasiado, lejos, por lo que lo mejor es acordar, por consenso, que en ambos casos, el remedio pasa por mejorar la formación: personas más formadas constituyen un electorado más consciente y de él emanarán políticos más valiosos.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad