Puede haber un puerto seco de recopetín en el Páramo de San Isidro, quizá porque cuando se vaya Cataluña a ser una Dinamarca del Sur, Aragón tocará con la mar, y a Soria ya llegará el olor de la marisma y hasta habrá desbordes por ... las tormentazas mediterráneas. Digo que puede haber lo que sea, que a mi perro Lupo y a mí lo que nos escama es ver a Sánchez en la previa de «la mesa esa» que dice mi primo Girauta. Y otra vez Narciso Moncloa con los Mossos de gala, que ya dije que parecen los jefes antiguos de estación de la Renfe aunque con menos lamparones entre el sobaquillo y el hombro, y con el textil más noble y menos gastado: porque el tren rápido nunca llegó a su hora a Extremadura, pero Cataluña tuvo su policía 'nasioná' (Ivà dixit), con chistera y contraespionaje en los días del Piolín. Ay de aquellos días en que la republiqueta no existía «idiota», cuando a una señora unos funcionarios españolistas le rompieron, presuntamente, un pulgar o le metieron mano; no recuerdo bien.

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España se nos va como un puñado de arena entre las manos, y eso es también porque nos ha faltado músculo al Oeste del Ebro. Es así, y por eso un pollopera de los de protocolo.cat quita la bandera de España del Palacio de Generalidad, que es tan Estado y tan España como el Ayuntamiento de Brañosera. A mí me sobrepasa todo esto de Aragonès con su acentico invertido, que tenía como velado en el magín mientras se me iba esa fiebre fría de la segunda dosis del vacuneo.

Solo los románticos creemos aún en España, pese a Sánchez y el clima moral tan de otoño. Nos miran raros en el Alsa, cuando vamos al Norte a ver a la musa.

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