Manifestación frente al Congreso por el 25 aniversario del secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco. Fernando Villar / EFE

Silencio en la Redacción

La canaleja ·

«Pasados 25 años, en estas bodas de plata y sangre, llega un tercer silencio, el de quienes pretenden enterrar en el olvido el crimen de Miguel Ángel o conducirlo a la indiferencia»

Jaime Rojas

Valladolid

Sábado, 9 de julio 2022, 00:10

Escuchar el silencio impresiona y aún más cuando estás en un lugar bullicioso. Yo solo lo he sentido una vez, hace ya un cuarto de siglo, aquel día infame en el que un criminal apretó el gatillo para matar con premeditación y sin piedad al ... concejal Miguel Ángel Blanco. Y no lo puedo olvidar, por más que nos quieran fiscalizar la memoria.

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Era sábado caluroso de julio, a primera hora de la tarde. Entré en la Redacción de esta casa, que aún casi olía a nuevo, para toparme con la ausencia de ruido. Junto a mi mesa estaba Fernando Bravo, entonces responsable de Local y más amigo que jefe, que siempre tuvimos nuestras prioridades.

- «¿Lo sabes no?», me preguntó con un hilo de voz inusual.

- «Sí», acerté a contestar mientras procesaba que había ocurrido lo que en mi ingenuidad no quería creer que iba a suceder jamás.

Y ya escuché el primer silencio. Los pocos que estaban no articulaban palabra y los que llegaban se sentaban en su sitio sin pronunciar una palabra, en un desfile de nudos en la garganta. Luego vino la reacción de la Redacción para agruparnos los que estábamos en torno a José Antonio Antón, el veterano redactor jefe y la persona más justa y equitativa que he conconocido en este oficio. Hicimos nuestro trabajo, coral y sin adornos, tiempo durante el cual pude escuchar el segundo silencio, prolongado, e inédito en esta casa.

Pasados 25 años, en estas bodas de plata y sangre, llega un tercer silencio, el de quienes pretenden enterrar en el olvido el crimen de Miguel Ángel o conducirlo a la indiferencia. Pero por fortuna la memoria personal no pueden arrebatárnosla, ni tampoco regularla como ocurre con la colectiva, y de mi cabeza nunca se irá aquel día de silencio infinito y de rabia.

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