La táctica de avestruz, meter la cabeza en la tierra para ignorar los problemas, no suele dar buenos resultados. Al contrario, provoca un proceso degenerativo que empeora la gravedad de los hechos. Además, lo que está ocurriendo en las relaciones entre España y Marruecos tras ... la acogida en el hospital San Pedro de Logroño del secretario general del Frente Polisario, Brahim Ghali, para atenderlo por su grave estado de salud, es que Marruecos eleva el tono de sus reclamaciones ante el silencio del Gobierno. No basta que la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, de viaje por Iberoamérica, diga que no tiene nada nuevo que decir y que las razones para acoger a Ghali son estrictamente humanitarias y que Marruecos es un socio privilegiado.

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Lo que ocurre es que no será tan privilegiado cuando ni siquiera se le informa de una decisión que puede ser controvertida, sobre todo por el equilibrio histórico que España intenta mantener en las relaciones con Argelia y con Marruecos. Pero, una vez adoptada, hay que asumir las consecuencias y ofrecer las explicaciones que sean pertinentes para un socio que se considera privilegiado y que se ve afectado por la decisión humanitaria española.

Desde que se conoció la presencia en Logroño del líder polisario, se han planteado varias hipótesis. Desde la torpeza de pensar que una operación de esta trascendencia se podía mantener en secreto y que duraría poco tiempo, una vez curado de covid, supuestamente la razón de la mala salud de Ghali. Después se ha comprobado que tenía mayores complicaciones por un cáncer y otras dolencias. Ignorancia y torpeza porque la estancia de Ghali en Logroño se desveló a los dos días por las filtraciones a algunos medios de los servicios de Inteligencia marroquíes.

Otra hipótesis de alta diplomacia, bastante improbable, es que España con la atención a Ghali tendría argumentos suficientes para posteriormente apoyar la solución marroquí al conflicto del Sáhara con una amplia autonomía bajo soberanía de Marruecos. Los comunicados del Gobierno alauí deplorando primero y advirtiendo de graves consecuencias, después, más el de todos los partidos políticos del Parlamento criticando duramente la posición española y aludiendo que ellos nunca dieron audiencia a los independentistas catalanes, elevan mucho la tensión y sirven al objetivo de presionar para que España, en el seno de la ONU, se una a las gestiones emprendidas tras el reconocimiento de la Administración norteamericana de la soberanía marroquí del Sáhara. El silencio de Sánchez es contraproducente en todo.

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