A por la sexta
El avisador ·
De las playas volvimos enmascarados. Y enmascarados vamos a seguir en las ciudades. Y hay quien tiene la sensación de que el mundo no volverá a ser ya nunca el mismo…»Secciones
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El avisador ·
De las playas volvimos enmascarados. Y enmascarados vamos a seguir en las ciudades. Y hay quien tiene la sensación de que el mundo no volverá a ser ya nunca el mismo…»Si un futbolero escucha, pongamos que en la mesa de al lado, la expresión de «¡vamos a por la sexta!», tal vez lo primero que le venga a la mente, si no percibe la retranca, sea el deseo de un hincha del Barcelona de ganar ... esta temporada su sexta copa de Europa. Para recortar en lo que se pueda la distancia (13 a 5), con el Real Madrid… Pero si el que tiene el oído pegado es hipocondríaco o, pongamos por caso, intolerante al uso de la mascarilla, sin duda en lo que pensará es en las últimas declaraciones de la viróloga Margarita del Val. A saber: que nos vamos de cabeza, y «en cuanto entre un poco de fresco», a por la sexta ola de la covid. Ahora resulta que lo de la inmunidad de rebaño era una pamema. Que las vacunas evitan la muerte y la gravedad de la enfermedad, que la dejan parecida a aquella «gripinha» de la que hablaba Bolsonaro antes de que su país se viniera a pique. Pero que no evitan el contagio. Ni el enmascaramiento.
De las playas volvimos enmascarados. Y enmascarados vamos a seguir en las ciudades. Y hay quien tiene la sensación, lo dice también el de la mesa de al lado, de que el mundo no volverá a ser ya nunca el mismo… De hecho, ya no lo es. Después de dos crisis seguidas, los rusos aseguran que la caída de Occidente les ha servido a ellos para recuperar su papel en la escena internacional. Y lo de los chinos, que es cierto que se han llevado ya del todo los grandes mercados financieros de Londres al eje asiático, y que parece que dejan atrás a los americanos en la carrera espacial, no deja de ser una gran operación comercial mundial, aprovechando entonces las locuras de Trump y ahora las debilidades de Biden.
Las debilidades de Biden que no son, por cierto, otra cosa que el espejo transoceánico de la fragilidad de Europa. A pesar de que se sigan batiendo récords migratorios, a los que se suma el tremendo fracaso de Afganistán, que nos ha puesto en evidencia a todos. Pasos atrás en un planeta donde aún es imposible calibrar el verdadero calado de la pandemia. Con los 61 euros de subida del salario mínimo en España se pueden hacer muchas cosas en alguno de esos países que encabezan, de manera recurrente, las nóminas de la miseria. Y hasta nuestros empleos en precario y nuestra 'expertise' contrastada en el manejo de la economía sumergida (eso que ahora se llama informal) siguen siendo efecto llamada para millones y millones y millones de personas de todo el mundo.
Aunque ya no pueda seguir pagando a Messi, o aunque mantenga a su rey emérito en el exilio (con los mismos agujeros en Hacienda que él y la mitad de los de Cristiano Ronaldo, por cierto), un país que puede permitirse el lujo de invertir fondos europeos en la digitalización de los archivos del franquismo no puede ser un mal lugar al que emigrar. O lo que decía Lope: «Consuelo entre los míseros se llama / que quien por las venturas no la tuvo, / por las desdichas venga a tener fama».
En fin, que hemos entrado ya con fundamento en la nueva normalidad de septiembre, y aunque la previsión del tiempo anuncia para Valladolid más jornadas con nubes esta semana, «después de todo, mañana será otro día», que diría Scarlett O'Hara.
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