La Seminci entre PP y Vox

Lo ha hecho por decreto y saltándose las formas democráticas que, según proclamó el mismo J. J. [Jesús Julio Carnero] en su discurso de investidura, son tan importantes para él… ¡La primera en la frente! El informe del secretario general del Ayuntamiento es contundente, lo que ha hecho el recién nombrado alcalde es contrario a derecho ya que por estatutos, Seminci –emblema de la cultura de Valladolid y de toda Castilla y León–pertenece a la Fundación Municipal de Cultura (FMC) y no cabe desligar el Festival de su matriz, por decreto de alcaldía. Pero si las reglas jurídicas son importantes no lo es menos el fondo de la cuestión. Conviene profundizar en un aspecto sustancial que explica la pertenencia de Seminci a la FMC.

Hasta hace ocho años la cultura de la ciudad, fruto de la voluntad política del PP, estaba organizada como conglomerado de fundaciones: Museo Patio Herreirano (MPH), Fundación Museo de la Ciencia, Fundación Teatro Calderón, Seminci y FMC, con estructuras muy endebles (4-6 trabajadores en cada una de ellas), sin equipos jurídicos que soportaran una contratación transparente y, desde el punto de vista presupuestario, deficitarias. Con semejante estructura organizativa únicamente podía mantenerse una cultura a medio gas, tendente a languidecer y sin capacidad para someterse, con transparencia, a la ley de contratos del sector público. Una reforma estructural profunda y comprometida con la cultura de Valladolid se antojaba imprescindible para garantizar mayores cotas de calidad, cantidad y diversidad de espectáculos y actividades. El proceso no fue fácil, ni rápido. Se disolvieron las fundaciones, se ensanchó la FMC, se redactaron y aprobaron los nuevos estatutos en Comisión y Pleno, se aprobó la estructura orgánica necesaria para dar cobertura a las exigencias de una cultura más rica y diversa, se incrementó el presupuesto y finalmente se aprobó la Relación de Puestos de Trabajo (RPT) que equiparaba en derechos a todo el personal de la nueva FMC con el del resto de trabajadores del Ayuntamiento.

El resultado: una organización engrasada, suficiente y muy profesional al servicio de la transparencia en la contratación de todo lo necesario para llevar a cabo las actividades culturales más exigentes, entre las que destaca Seminci como reconoce el Observatorio Nacional de la Cultura. Así pues aislar Seminci y desgajarla de la FMC no es únicamente una cuestión jurídica. Claro que es requisito sine qua non modificar los estatutos de la Fundación; con ello se logrará evitar que el sectarismo y los prejuicios de Vox puedan agitar la bandera cultural de Valladolid, pero no es suficiente. El alcalde Carnero tiene que crear una estructura orgánica y administrativa y tiene que ser suficientemente potente para cubrir las necesidades del segundo festival de cine de España que, por otra parte, es el motor que impulsa a Valladolid como ciudad creativa Unesco, con todo lo que esto supone. Eso, o transferir la FMC a la concejalía de Turismo…