Nunca tuve claro del todo si Valladolid tiene mercado suficiente para mantener tres grandes centros comerciales. Estos gigantes del ocio, de la moda y de la gastronomía han enfrentado una de las peores crisis que se recuerdan, no solo porque el bolsillo del consumidor ... ha mermado sensiblemente en los últimos años, sino también porque la pandemia les obligó a echar la verja de forma intermitente.
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Cada cual ha tenido que ingeniársela para mantenerse en el podio de las moles comerciales. El hermano del medio es Equinoccio. Todos sabemos que los segundos a veces no ocupan el lugar al que aspiran, a veces incluso pasan desapercibidos. 19 años después, este espacio que vivió el esplendor de las grandes superficies en Valladolid se ha tornado en un terreno yermo y casi fantasmal.
No creo que supongan un problema las restricciones de aforo. Incluso antes de entrar, el aparcamiento anticipa al visitante que allí no se encontrará ni con su ex. La oferta apenas da para echar el día, ni siquiera si empiezas con un cambio de gafas, sigues con una partida a los bolos, un circuito en el minigolf y cierras con un tentempié y un café. Tienes opción de mover el esqueleto en la pista de baile o con una partida de pádel, pero poco más. Es el ocaso del Equinoccio y quién sabe si algún gran inversor podrá ver en el segundón la posibilidad de llenar de vida sus entrañas.
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