Laboratorio del Itagra en Palencia. Manuel Brágimo

Más I+D para el sector alimentario

La Trilla ·

«Un importante reto que no se puede minusvalorar si queremos seguir estando en la cresta de la ola»

Juan Quintana

Valladolid

Viernes, 11 de septiembre 2020, 07:38

El último informe elaborado por Cajamar refleja que la aportación del sector agroalimentario español al Valor Añadido Bruto (VAB) nacional fue del 5,4% en 2019, superando los 60.000 millones de euros. Si se amplía el espectro y se considera la cadena desde el ... campo hasta el consumidor, incluyendo por tanto la distribución, el volumen de negocio fue de casi 103.000 millones de euros. Esto representa más del 9% del VAB y cerca del 12% del empleo, con 2,4 millones de puestos de trabajo.

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En el caso de Castilla y León y de acuerdo con los últimos datos de Mercasa correspondientes a 2018, el valor de la producción final agraria ascendió a 2.771 millones de euros, de los que la mitad fueron producción agrícola. El gasto per cápita anual en alimentación en la región, con un valor de 1.481 euros, supuso un 1% menos que la media nacional.

También el sector exportador ha sido un sólido motor, creciendo por encima del 4% en 2019, con un máximo histórico de 52.500 millones de euros de facturación. En este ámbito, las tensiones comerciales con Estados Unidos y el constante desarrollo del mercado chino, con su enorme capacidad de consumo, han hecho que por primera vez el gigante oriental se convierta en el mayor receptor de alimentos españoles, por encima del país norteamericano.

De acuerdo con el último dato disponible, las inversiones en I+D del sector agroalimentario rondaron los 317 millones de euros en 2017. Representa el 4,1 % del I+D empresarial en España, una proporción menor que el peso del sector en la economía nacional, lo que no es un buen indicador. Además, el gasto en investigación y desarrollo también está por debajo de la media europea, que se sitúa en el 0,60% del Valor Añadido Bruto, frente al 0,54% español. En definitiva, un importante reto que no se puede minusvalorar si queremos seguir estando en la cresta de la ola y, sobre todo, tener otra buena locomotora de sostenibilidad económica y social.

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