![Sartenazo](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202003/08/media/cortadas/mani-kJeG-U100443591382QiC-624x385@El%20Norte.jpg)
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He llegado tarde a la lucha activa por la igualdad de las mujeres, que juegan un papel fundamental: antes y ahora. De crío entendía malamente a mi madre cuando se quejaba de tener que «hacerlo todo», trabajando fuera, haciendo la casa, la colada, la ... comida y atendiendo a los machotes con los que compartía domicilio conyugal. Pertenezco a una generación donde la palabra 'respeto' nunca se aplicaba a las chicas y señoras, y no por falta de educación sino porque era lo que se llevaba. En mi barrio, incluso las mujeres con fama de bravas achantaban la mui cuando llegaba el jefe de la tribu con unas copas de más y ganas de gresca. Eso, en casa, pero en el colegio tampoco se estilaba lo del respeto entre sexos.
Muchos varones de mi edad se desasnaron con la Enciclopedia Álvarez, que en el capítulo dedicado a la familia nos recordaba que el «jefe es el padre, y como tal trabaja y manda para que cada cual cumpla su misión: la madre, administrando el hogar, y los hijos preparándose para una vida moral y materialmente digna». Por si no quedaba claro, en la lección siguiente se nos decía que había que obedecer al maestro «como a nuestro padre», nunca a nuestra madre, que tenía que imponerse a base de zapatillazos.
Le digo yo a mi señora que en vez de celebrar el Día de la Mujer, sea «dócil y sometida a la voluntad del marido», y me abre la cabeza de un sartenazo. Y con más razón que un santo.
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