La industria alimentaria de Castilla y León es la tercera de España. Con algo menos de 3.000 empresas activas, da empleo a cerca de 50.000 personas (el 4,7% de los ocupados en la Comunidad) y logra una producción que supera los 14.300 millones de euros. Y de esas casi 3.000 empresas, más de 2.000 exportan al exterior.
Nuestra Comunidad cuenta en estos momentos con una industria alimentaria dinámica, innovadora, enormemente competitiva en los mercados internacionales, cuyo éxito se debe a la calidad de su materia prima y de su producto final, que abraza generalmente el grado de excelencia.
La actividad productiva agroalimentaria está firmemente arraigada en el territorio. Comprometida con su propia sostenibilidad y la de su entorno, es cómplice de nuestra trayectoria histórica como Comunidad y un gran argumento de futuro como primera rama de la industria manufacturera regional.
Pocos 'peros' se le pueden poner a este sector en Castilla y León, que cuenta además con el cariño de la inmensa mayoría de nuestros convecinos.
Dicho todo ello, tampoco somos en esta tierra muy amigos de la fácil complacencia. Quizás, al contrario. Y con un grado de autoestima frecuentemente por debajo de lo razonable.
Como miembro, prácticamente desde el inicio, de la Asociación de la Industria Alimentaria de Castilla y León (Vitartis), que ahora tengo el orgullo de presidir, puedo asegurar que construimos desde la autocrítica, desde la autoexigencia, con el ánimo y el compromiso de mejorar constantemente.
Participamos, creo yo, de la enseñanza que nos ha dejado el conocido refrán… 'Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente'. Su versión empresarial, atribuida al experto gestor norteamericano Philip B. Crosby, aporta una moraleja de todos conocida y de un gran sentido común.
Al hilo de esta consideración merece la pena formular algunas líneas de reflexión. Entre otras, por ejemplo, las que podrían desprenderse de estos tres interrogantes: ¿La industria alimentaria de Castilla y León puede asumir un papel más protagonista en la economía regional?, ¿puede generar más empleo y bienestar entre la ciudadanía?, ¿ha tocado techo como instrumento de dinamización económica y social en el medio rural?
Vitartis considera que hay margen para el crecimiento. La industria alimentaria puede y debe fortalecerse, extender la cultura de la innovación colaborativa, generar más empleo y bienestar, afianzarse como alma de la modernización del medio rural, consolidarse como firma de calidad de Castilla y León en el exterior...
Sin concesiones a la complacencia y sin abandonarse al albur de las corrientes. En el contexto de la realidad actual de nuestro sector, muy dinámico y competitivo, 'hoy' es el momento más adecuado para asumir el reto de fortalecerse y crecer. No hay tiempo de esperar a mañana o a una coyuntura mejor. 'Hoy' es el momento más adecuado, si me permite el lector la insistencia.
Al igual que hicimos en nuestro III Congreso de la Industria Alimentaria de Castilla y León, que celebramos a finales de mayo pasado en Burgos, quisiera trasladar a la sociedad la idea de que fortalecer el sector agroalimentario es apostar directamente por la modernización de la Comunidad y particularmente del medio rural, debido a la estructura capilar del propio sector y a su arraigo en los pequeños municipios.
Por ello, y con este compromiso, Vitartis ha promovido la elaboración de un trabajo de carácter estratégico, que unirá el conocimiento de los expertos —en este caso, el equipo de Cajamar— con el criterio y la experiencia de los propios empresarios del sector.
Estoy seguro de que un objetivo de estas características reunirá el interés y la colaboración de todos los implicados: desde los actores de la cadena de valor hasta los altos responsables de las administraciones, cuya contribución puede ser imprescindible.
Las administraciones pueden contribuir, por ejemplo, en el objetivo de ensanchar el segmento de las pymes, en un sector en el que abunda la 'micro'. O para apoyar y aumentar las ventas al exterior de las compañías que ya exportan actualmente. Y al mismo tiempo, corrigiendo el exceso de regulación, que nos resta competitividad y asfixia a los operadores de menor tamaño.
Merece la pena desterrar definitivamente al 'camarón' perezoso. Merece la pena plantear criterios exigentes y objetivos ambiciosos. Merece la pena sumar esfuerzos y apostar coordinadamente por una industria alimentaria regional más fuerte.
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