Sánchez se fuma un puro

Dados rodando ·
«Ese ímpetu de llevarse todo por delante le ayuda a encarar errores tan graves y flagrantes como la chapuza jurídica que supone la ley del 'solo sí es sí'»

Antonio San José

Valladolid

Martes, 29 de noviembre 2022, 00:03

Nadie podrá achacarle al presidente del Gobierno timidez alguna en el ejercicio de su cargo. Encantado de haberse conocido, tampoco consta que tenga que visitar a ningún profesional de la psicología por sufrir de baja autoestima, más bien todo lo contrario. Sánchez tiene verdadera pasión ... por el poder y se le nota, algo, que, por cierto, no acaba de evidenciarse en Alberto Núñez Feijóo. Su desahogo es proverbial y su ausencia de líneas rojas resulta notable. Burla burlando, acaba de obtener la aprobación de los últimos presupuestos de la legislatura y se dispone a encarar el tramo final de su mandato con la vista puesta en la presidencia de España de la Unión Europea que será, ya lo verán, la traca final de un despliegue pirotécnico en plan «aquí estoy yo» y «a quién mejor que a mí vais a votar, ciudadanos».

Antes de las próximas elecciones generales, el denominado 'sanchismo' tendrá que medir sus fuerzas en la meta volante de las municipales y autonómicas de mayo, una ocasión para evaluar el sentir de la sociedad ante las urnas. Sin poder predecir el resultado, más allá de la tendencia unánime de las encuestas, una cosa está clara: el presidente no se va a dar por vencido en ningún momento. Su capacidad de supervivencia extrema la tiene más que probada y el arrojo forma parte de su ADN político. Harán mal los que den por amortizado su proyecto sin reparar en lo cambiante que puede ser la opinión pública ante circunstancias que hoy, sinceramente, no se pueden prever.

Sorprende, en cualquier caso, el desahogo con el que se maneja, una mezcla de desparpajo y ausencia de escrúpulos que le lleva a pactar con los herederos de la banda terrorista que tantas vidas socialistas segó, con los independentistas condenados por llevar a cabo un intento de golpe de Estado en Cataluña contra el orden constitucional o con quien haga falta con tal de seguir en el poder. En su permanente huida hacia adelante se atreve a hacer lo que ninguno de sus antecesores hubiera osado plantear y esto incluye los ataques en sede parlamentaria a medios de comunicación con nombres y apellidos a los que etiqueta abiertamente de conservadores y a los que culpa de estar enfrentados a la bonita politica socialista, feminista, ecologista y modernista, que lleva a cabo su Gobierno.

Hoy es la COPE y mañana el diario 'El Mundo', pasado puede ser otro, da igual. Ese ímpetu de llevarse todo por delante le ayuda a encarar errores tan graves y flagrantes como la chapuza jurídica que supone la ley del 'solo sí es sí', el hecho de retirar a la Guardia Civil de las carreteras de Navarra, eliminar de un plumazo el delito de sedición o acceder a cualquier tipo de exigencia, por osada que sea, planteada por sus socios a la hora de pactar iniciativas legislativas.

Mientras tanto, como en el libro de Ann Beattie, tiene 'la casa en llamas', con un Gobierno dividido y enfrentado al máximo, convertido, por la fuerza de los hechos, en un tripartito: el PSOE por un lado, Podemos, por otro, y 'eternamente Yolanda' actuando como solista, sin definirse aún sobre la partitura de sus próximos pasos. Así están las cosas. Feijóo se afana por encontrar su sitio, los partidos que apoyan al Ejecutivo ven la forma de exprimirlo aún más en procura de sus exigencias y Pedro Sánchez, entre el Falcon, su despacho en la Moncloa y su eficaz perfil internacional, se fuma un puro convencido de sus imparables éxitos. Tal cual.