El salvavidas europeo

Frente a empresas multinacionales que buscan maximizar su beneficio, la Comisión ha ofrecido pagar el precio de coste y no ha redactado bien en los contratos las obligaciones de resultado en el suministro. El control de las exportaciones de vacunas desde suelo europeo impuesto a continuación ha sido otro error, de consecuencias globales muy negativas. Además ha soliviantado a los irlandeses, a los que el acuerdo del 'postbrexit' garantiza la libertad económica en toda su isla.

Von der Leyen vive demasiado preocupada por su imagen y no es una líder con la capacidad política, imaginación y flexibilidad de su predecesor, Jean-Claude Juncker. Lo ha demostrado en el peor momento. Pero este serio traspié hay que situarlo en contexto y no debe servir para dar más alas al antieuropeísmo al alza. Es muy tentador escandalizarse en clave populista y echar las culpas de todo lo que va mal a una Unión Europea, percibida con frecuencia como demasiado compleja y remota.

El dato importante sigue siendo la labor tremendamente positiva del conjunto de la UE desde el comienzo de la pandemia. Sin la actuación combinada de sus instituciones, de manera señalada el Consejo Europeo y el Banco Central, la economía europea habría sufrido muchísimo más y las consecuencias sociales serían mucho peores. Países altamente endeudados como España hubiesen carecido de los recursos financieros para sostener a sus trabajadores y empresas y prestar servicios públicos básicos.

A diferencia de la crisis del euro de 2008, ante la pandemia ha habido una reacción rápida e innovadora desde Bruselas y se ha dejado atrás el discurso de países buenos y malos. La presencia de Angela Merkel en el puente de mando ha sido decisiva para aprender del pasado, mirar más lejos y actuar con decisión. Si la canciller quisiera, lo tendría muy fácil para suceder a su discípula von der Leyen al frente de la Comisión en 2024.