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Si el coronavirus nos deja vivir podremos analizar qué ha funcionado bien en esta calamidad y qué medidas han fracasado; no se trata de buscar culpables porque sus efectos están siendo tan devastadores y mutantes que tengo la sensación de que ninguna autoridad sanitaria ... ha dado en el clavo todas las veces. Uno de los inventos anti-pandemia más inútiles fue el llamado 'radar-covid', que pretendía que cada infectado comunicara su contagio a través de dicha aplicación para evitar propagaciones masivas. No sé cómo fueron las cosas al principio, pero con el ritmo actual de casos diarios parece dificilísimo, por no decir imposible, llamar a todos los contactos cercanos al enfermo y que los avisados hagan lo mismo con los suyos. Una cadena demasiado grande para que funcione, incluso con ayuda de la UME. Cuando las cosas se pusieron chungas, el Gobierno de la nación dejó en manos de las autonomías la gestión de la hecatombe. Desde entonces, y ante la dificultad de ordenar el desconcierto, los responsables de la Sanidad se dedican a pedir que nos cuidemos, que evitemos salir cuando tengamos algunos síntomas, avisemos a los próximos y nos hagamos en casa los tests de antígenos que consideremos oportunos. Salvando las distancias (que son muchas) su actitud me recuerda ese pasaje de la Biblia en el que para burlarse de Cristo le decían al pie de la cruz: «¡sálvate a ti mismo!». Vaya panorama…
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